Cisneros en el paréntesis
La Historia es también, además de estructuras económicas, una sucesión de biografías apasionantes
Teodoro León Gross
Viernes, 11 de septiembre 2015, 09:55
Tras reinar Isabel en el prime time, la sucesión en el trono de los lunes alcanza a la Casa de Habsburgo con el emperador Carlos. ... Hay razones para alistarse en los tercios del share ante un personaje apasionante como apuntaba aquí Alfredo Taján. Eso sí, en el paréntesis de Isabel a Carlos -años que van a plasmarse en 'La corona partida' para el cine- queda desdibujada la figura del cardenal Cisneros. Y la corona no sólo estaba sostenida por la cabeza del monarca; de hecho Cisneros ha sido considerado «el mejor estadista en la Europa de su tiempo», un modelo que en la Francia de la Ilustración elevaron a canon por encima de Richelieu. Así lo recuerda el hispanista Joseph Perez, autor de 'Cisneros, cardenal de España' para la gran colección Españoles Eminentes (Taurus, Fundación Juan March, dirigida por el filósofo Javier Gomá) en la que, más allá del éxito de Jordi Gracia con su 'Ortega', hay una catálogo suculento: Unamuno, Bartolomé de las Casas, Ignacio de Loyola... La Historia es también, además de estructuras económicas, una sucesión de biografías apasionantes; por más que al género le haya faltado predicamento en la historiografía española. Y Cisneros es un gran personaje para descubrir, aunque la tentación de la púrpura lleve a TVE de Isabel a Carlos sacrificando ese periodo apasionante que suele reducirse a la locura de la reina Juana.
El comienzo de 'Carlos' cede la primera escena a Cisneros con justicia, reclamando al sucesor que viaje desde Flandes. El cardenal había velado por el testamento de Isabel, evitando las maniobras de Fernando; y aparece encolerizado por las veleidades del joven heredero, que se ha proclamado fuera de España. De hecho, Cisneros se supo desoído, y sin éxito. Joseph Pérez comienza su biografía comparándolo con Sócrates con un nexo revelador: ambos nacieron viejos. El cardenal regente llegó tardísimo al poder, septuagenario, y apenas llegó a ejercerlo. Hay consenso en que de haber continuado, el destino de España habría sido mejor. Era un reformista preocupado por hacer prevalecer 'el bien común'. Lejos de la caricatura de monje testarudo que usó la mitra toledana y el confesionario para reforzar a los Reyes Católicos, este humanista fundador de la Universidad de Alcalá inspiró el Estado moderno. Su ejemplaridad ha soportado un catálogo de tópicos en la historia siempre distorsionada de España, donde Isabel es convertida en mito en el XIX cuando el gran rey fue Fernando, pero los nacionalismos centralista y catalán contribuyeron a invertir los roles. De hecho no hubo unificación (más bien capitulaciones sensu contrario; y a la muerte de ella, Fernando regresó a Aragón) pero eso, como diría Kipling, es otra historia. Eso sí, hay que descubrir a Cisneros. Al cabo leer biografías, como recomendaba Azorín, es el mejor modo de aprender a entender el poder.
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