Se lía Villalobos
Treinta años después, aún es capaz de sorprender; exprimiendo esa idea cicciolinesca de la política
Teodoro León Gross
Jueves, 10 de septiembre 2015, 12:10
Celia Villalobos, que es una figura del pasado, se empeña en perdurar como figura del futuro. Aspira, como Raphael, a ser eterna, y además a ... cargo del contribuyente. Desde que su partido introdujo el debate de la renovación, viene maniobrando para repetir como nº 1 al Congreso. Ante las dudas que suscita, ha dictado doctrina a los críticos: «la renovación no tiene mucho que ver con la edad; tampoco con el tiempo que lleves en política». Contra la ingenua creencia de que renovar consiste en nuevos nombres con nuevas ideas, Celia Villalobos corrige: la renovación va de viejos nombres con viejas ideas. Y por tanto ella es perfecta: lleva en el machito desde 1986, al borde de treinta años. Así que su nuevo grito es ¡La Renovación soy yo! con ese punto suyo de Luis XIV del Arroyo.
Celia Villalobos tiene razón: el problema no son los años. Ella, década tras década, siempre ha sabido renovarse hasta alcanzar su respetable parecido con Lina Morgan, una trayectoria proteica de éxito político renovándose primero como chica del sindicato vertical en el tardofranquismo, luego fichaje por Alianza Popular en los ochenta, más tarde días de gloria en los butacones de Hermida convirtiéndose en 'la chica yeyé del pepé' -siempre un decibelio de más y una talla de menos- hasta la alcaldía; a continuación Madrid con su marido ya convertido en el Rasputín de Génova; y al cabo el retiro muelle en el Congreso tras el paso chocarrero por el Ministerio cumpliendo el principio de Peter. Y hay algo más en lo que tiene razón: haber cruzado los 65 no impide tener ideas renovadas. Eso sí, ¿ella alguna vez ha tenido ideas? Nadie podrá calumniarla hasta el punto de sostener eso. Se le puede recordar el hueso de las vacas locas, la bronca al chófer («no son más tontos porque no entrenan») Manolo, la partidita de Candy Crush... Siempre ha demostrado que es muy capaz de 'renovar' su catálogo de polémicas chuscas, ¿pero ideas?
Su última hazaña, esta misma semana, ha provocado una marimorena, especialidad de la casa, al decir que los andaluces huyeron a Cataluña «por culpa de un nazi como Franco» como para regresar con pasaporte. Es fantástica: siempre parece que ya no puede caer más bajo, pero siempre puede. Qué capacidad de renovación. A ver, señora Villalobos, los andaluces huían de la miseria, no de Franco, que de hecho también mandaba en Cataluña; y por cierto el líder del partido por el que usted fichó en los ochenta, Manuel Fraga, fue ministro del 'nazi'. Admitámoslo: treinta años después, ella aún es capaz de sorprender; exprimiendo esa idea cicciolinesca de la política basada en la gracia de exhibir las vergüenzas. Aunque Casillas esté en el Oporto y Banderas estudie costura en Londres porque todo se acaba, ella aún tiene carrete. Es una renovadora realmente convencida: quiere renovar, sí, el carguito.
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