Productividad
Isabel Naranjo
Miércoles, 13 de mayo 2015, 11:52
Pese a la creencia generalizada de que las campañas políticas no sirven para nada, convendrán conmigo en que tienen su aquél. Ayudan a conocer facetas ... desconocidas de los candidatos a quienes, -por jartibles y reiterativos-, llegan a conocer los ciudadanos de a pie, porque se le cuelan sin pedir permiso en sus hogares a través de los medios de comunicación, las redes sociales, los buzones, o llamando a la misma puerta.
Los quince días previos a la cita en las urnas propician que candidatos y asesores agudicen el ingenio para llevar a cabo medidas que seduzcan a los electores, aunque no siempre ingenio es sinónimo de acierto. Hete aquí que pretender sorprender puede acarrear consecuencias como hacer el ridículo o simplemente caer en el más absoluto de los descréditos. Porque comprometerse es gratis, pero cumplir no, y aunque la memoria es frágil y selectiva, siempre hay quien conserva intactas sus facultades y posee una extraordinaria retentiva para luego exigir que se lleve a efecto lo prometido.
De lo escuchado en las últimas horas llama la atención una nueva propuesta que tiene que ver con los trabajadores de la empresa mixta Limasa, que tutela el servicio de limpieza en la ciudad, una de las principales rémoras del actual equipo de gobierno. Pese a no satisfacer a la ciudadanía, -ni al propio ejecutivo local-, ahora se anuncia que sus trabajadores podrían ser merecedores de un plus de productividad en sus nóminas.
¿Por qué habría de incentivar a empleados que perciben emolumentos a todas luces más que aceptables? Se preguntarán aquellos que consideren que lo lógico sería apercibirles si no cumplen la tarea que se le tiene encomendada, se preguntará más de uno. Porque además, de pluses va bien servido un ayuntamiento en el que se establecieron en su día, -tal vez cuando la bonanza económica sí lo permitía-, complementos que no sólo elevan esas nóminas al salario del propio presidente de la Corporación, sino que lo superan con creces.
Bien es cierto que mirado desde el prisma de la productividad, habría que estudiar detenidamente los matices de la propuesta porque sonrojaría establecer una comparativa entre los sueldos del personal de confianza, a razón del tiempo que dedican a la tarea encomendada.
Sea como fuere, vuelve a la palestra el debate sobre vincular salario a la productividad, posibilidad que merece una serena y profunda reflexión y por qué no hacerla en medio de la campaña electoral.
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