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la tribuna

Tres desafíos existenciales para la UE

DAVID MATHIESON

Miércoles, 18 de marzo 2015, 12:46

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Desde la fundación de la UE, hace ya casi 60 años, estamos acostumbrados a leer este titular: Crisis en Europa. Como la lluvia invernal o el fuerte calor del verano es uno de los inconvenientes de la vida y los europeos han tenido que aguantar y aprender a convivir con ello. Sin embargo, ahora nos encontramos ante tres desafíos interrelacionados para la UE, que son existenciales, y ante los que una respuesta equivocada puede significar su fin. Lo que suceda en los próximos meses en Bruselas, como poco, va a cambiar el paisaje geopolítico para una generación.

El primer desafío y según muchos en Bruselas el más importante es cómo actuar con Rusia. Desde el final de la Guerra Fría nos hemos acostumbrado a una Rusia complaciente y sin amenazas. Pero ahora no. Ya hace un año que Víctor Yanukovich, el entonces presidente de Ucrania y aliado firme de Rusia, huyó de la capital, Kiev. En los últimos doce meses las fuerzas rebeldes leales a Moscú han ocupado un extenso territorio en el este de Ucrania y mientras que muchos estaban dispuestos a aceptar la invasión de Crimea (ligada a Rusia) ahora existe el temor de que el presidente Vladímir Putin quiera ir mucho más allá. Exactamente lo que quiere Putin o hasta dónde irá es una incógnita: no lo sabe nadie (posiblemente no lo sepa ni el mismísimo Putin). Sin embargo, lo que queda muy claro es que el dirigente ruso no tiene la intención de conformarse con el statu quo existente. Las fuerzas pro-rusas han invadido una amplia área de Ucrania oriental para proteger a la población de habla rusa. Pero también hay un gran número de hablantes de ruso en los Estados bálticos de Estonia, Letonia y Lituania, que a diferencia de Ucrania son todos miembros de la UE. ¿Hasta qué punto la UE y la OTAN pueden tolerar el expansionismo agresivo de Moscú? Algunos analistas esperan que las sanciones y la caída del precio del petróleo (exportación principal de Rusia) puedan limitar las demandas rusas pero no existe certeza alguna y puede que un Putin débil sea incluso más peligroso que un Putin fuerte.

Sería más fácil una respuesta coherente a Moscú si no fuera por un segundo desafío: la crisis de la eurozona. La debilidad y las divisiones en la economía europea complican aún más la posibilidad de alcanzar un acuerdo sobre la política exterior. Se ha superado la aguda crisis de 2010, pero siguen existiendo grandes fisuras. Como se sabe muy bien en España, la crisis está ahogando la economía del sur de Europa. Una tasa de crecimiento baja y un nivel desempleo alto tienen un coste social terrible, sobre todo para una generación de gente joven, mientras que Alemania lidera a una coalición de países que ofrecen una fuerte resistencia a las políticas necesarias para aumentar la demanda interna en Europa. Es como si John Maynard Keynes no hubiera escrito ni una sola palabra o que al menos ninguna haya llegado a Berlín. La elección de Syriza en Grecia demuestra que la solución alemana, al menos en un país europeo, no es factible y parece probable que sea una conclusión que Podemos confirme este año en España. Entonces, la pregunta es: ¿Puede sobrevivir la eurozona si las políticas necesarias para que funcione no son aceptables para millones de ciudadanos que usan la misma moneda?

El último desafío de este año a Europa vendrá de un país que ya ha rechazado el euro, el Reino Unido. El día siete de mayo, los británicos acudirán a las urnas para decidir qué partido gobernará durante los próximos cinco años y el líder del Partido Conservador, David Cameron, tiene un compromiso electoral para convocar un referéndum sobre la permanencia del país como Estado miembro de la UE. Si los votantes dan a Cameron otro mandato más, el referéndum tendrá lugar antes del 2017 y muy posible el año que viene. Un ex ministro británico para Europa, Denis MacShane, se muestra bastante pesimista y acaba de publicar un libro Brexit: Cómo Gran Bretaña saldrá de Europa (Brexit significa salida británica en inglés). MacShane explica con detalle cómo la mayor parte de los británicos se han ido convirtiendo en euroescépticos y las últimas encuestas le dan la razón. Según los sondeos más recientes, una mayoría de británicos ya opina que están dispuestos a abandonar la UE. Llegado el caso está claro que la Unión seguiría su camino, pero sin los británicos sería mucho más débil. Así que, desde Gales, en el oeste, hasta Kiev, en el este, el proyecto europeo está sometido a una presión como nunca en su historia. Los próximos meses nos dirán si podrá sobrevivir en su forma actual o no.

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