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CITA EN EL SUR

Sobre héroes y tumbas

Me habría encantado ser ese héroe que vuelve a su trabajo mal pagado y sonríe porque nadie sabe que es héroe y entonces es más héroe todavía

PABLO ARANDA

Sábado, 21 de febrero 2015, 11:33

Como las leonas de los documentales de La 2, el ladrón eligió a una víctima débil porque es ladrón, pero no tonto (o no tan ... tonto). Una señora con su bolso donde a lo mejor lleva un móvil tamaño ladrillo pero también un monedero cargado de euros. La sorprende y le agarra el bolso y la señora va y se resiste pero el ladrón se hace con el bolso y huye corriendo. Las calles de Fuengirola no son ninguna sabana y el ladrón se cruza con el héroe, que tiene claro que el ladrón puede ser un buen ladrón. El héroe persigue al ladrón, le da alcance, y patadas, recupera bolso y, en el clímax de la heroicidad, se acerca a la señora al borde de un ataque de nervios y le tiende el bolso tras tender al ladrón en la acera. Cómo me gustaría recorrer las aceras en busca de señoras que acaban de perder el bolso, correr detrás de ladrones y darles alcance, recuperar el bolso y devolvérselo a las señoras. Qué gesta. El héroe se apartó de la heroicidad y volvió a la vida anodina que tenga, imagino que con un trabajo mal pagado, un hermano que no siempre paga la manutención a su ex mujer y ésta, y sus hijos, no llega a fin de mes, una hermana que ha amenazado a su ex marido con denunciarlo por maltrato si solicita la custodia compartida, y entonces pasaría el fin de semana en una celda sin ninguna investigación, a lo mejor, ya saben, la vida misma, la corriente turbia por la que nos movemos entre heroicidad y heroicidad.

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