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De muros y polisemias

Isabel Guerrero

Lunes, 9 de junio 2014, 13:52

Un muro se alza en forma de frontera infranqueable, fortín inexpugnable, disenso ideológico. El muro como frontera necesaria para un Estado de Derecho que ordena ... así la entrada de individuos, pero que debería evitar la vergüenza de las concertinas que dañan a los fugitivos de la miseria. Amnistía Internacional, que acaba de cumplir 53 años de amarga existencia, lo denuncia en su apostolado único: el que defiende los derechos humanos. El muro como fortaleza derribada en el Frente Occidental de la II Guerra Mundial, cuyo Día D celebramos en una Europa que tiene poco de unida, donde la ultraderecha y los populismos oportunistas asoman la cabeza para cínico pasmo de unos partidos tradicionales estatalizados y funcionariales que viven en sus marfiles y permanecen inoperantes a la hora de aislar sus manzanas podridas en beneficio de la regeneración política y moral del país. El muro como enfrentamiento entre las dos Españas: una triste hoguera de soberbia y revanchismo que unos y otros se empecinan en atizar. El último capítulo, la abdicación real que despierta ese cuento de hadas áulico e imposible de hacer creer a estas alturas (¿acaso no es en la cúspide del privilegio de cuna donde la honestidad y honorabilidad tendrían que brillar sin ambages?).

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