Política andaluza
Manuel Castillo
Miércoles, 21 de mayo 2014, 12:42
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Manuel Castillo
Miércoles, 21 de mayo 2014, 12:42
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La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, viajó esta semana que termina a Madrid para escenificar su acto presentación en la Corte, arropada por los pesos pesados del PSOE para escuchar a la nueva chica de moda, con ese aire entre condescendiente y paternal que tanto gusta en Madrid. Pero la chica de moda, para disgusto de los prebostes de Ferraz salió respondona y cantó las cuarenta a la plana mayor socialista. Puso voz a muchos lamentos internos, criticó la frivolidad nacionalista de Zapatero y, como hizo semanas antes con su amigo José Antonio Griñán en San Telmo, puso distancia con la generación de Rubalcaba y de una incrédula Elena Valenciano, como si implícitamente quisiera dejar claro que ellos son el pasado y ella el futuro y que entre ambos no hay más relación que unas siglas. Falta por saber si todo esto es una puesta en escena o si realmente Susana Díaz está dispuesta a soltar lastre caiga quien caiga. La presidenta socialista de la Junta de Andalucía no fue a Madrid a dar, sino a reclamar su papel de baronesa del PSOE, un partido muy cremallera pero poco acostumbrado a que, de verdad, manden ellas. Da la impresión de que Díaz se está armando de argumentos para reeditar el peso que siempre ha tenido Andalucía en el contexto nacional. Y por si hubiera alguna duda, andanada contra las aspiraciones catalanas de su compañero Pere Navarro y repaso a ZP y a Rubalcaba.
Y mientras tanto, el PP jugando a los cromos en Andalucía, incapaz de definir un candidato, bien porque no se decide o, lo que realmente parece, porque no lo tiene. Tras el autodescarte del alcalde de Sevilla Juan Ignacio Zoido, esta semana llegó el autodescarte de Juanma Moreno Bonilla, para disgusto de los suyos -entiéndase el PP de Málaga- y dando a entender que en las filas populares nadie quiere presentarse para perder. Cuando nadie quiere una candidatura, es que ésta huele a muerto electoral. Los nombres de Zoido, José Luis Sanz, Fátima Báñez, Moreno Bonilla, Carmen Crespo y Juan Antonio Nieto suenan por los mentideros una y otra vez en un ambiente de 'vendetta' mientras vuelan los cuchillos con el deseo de quemar al compañero/contrincante. Luego llegan María Dolores de Cospedal y Javier Arenas a sofocar incendios, cuando lo razonable sería que apagaran primero el que prenden cada vez que entre ellos saltan chispas.
Con la que está cayendo económicamente y con la que se avecina políticamente, Andalucía no sólo necesita un Gobierno y un PSOE (más IU) fuerte, sino también una oposición capaz de jugar su papel tanto frente a la Junta como contrapeso ante el Gobierno de Rajoy. Los partidos regionales no pueden ser una extensión de los deseos de Madrid, ni de los intereses de sus lídereses, y deben ser capaces de diseñar políticas propias, a veces coincidentes y a veces contrarias a sus siglas. De lo que se trata es que hagan política, andaluza y nacional, y no seguidismo paleto.
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