Rajoy reivindica el «centrismo» como seña del PP

La competencia con Vox, más ahora que Santiago Abascal se ha instalado en la derecha con 52 escaños, ha avivado el debate interno en el PP. Son muchos los dirigentes que aconsejan seguir el camino trazado en la última campaña electoral, cuando se templaron tono y discurso y Casado recuperó algo del terreno perdido en el hundimiento de abril. Esos mismos temen que la cúpula caiga en tentaciones de radicalidad. Y en ese contexto, Rajoy, sin necesidad de ligar la reflexión a la realidad de la formación conservadora, defendió este miércoles la «moderación», el «diálogo» y la «convivencia» como señas de identidad del partido. Ni «doctrinas» ni «orejeras». «A buen entendedor...», comentaban a la salida.

«El centrismo -leyó el expresidente un fragmento de su libro- no es una ideología, no es una doctrina política. El centrismo es la voluntad de evitar cualquier exageración, de sacar el mejor partido de las cosas sin prejuicios doctrinarios, de sintonizar con los deseos y necesidades reales del pueblo español, que es fundamentalmente moderado y rechaza todo extremismo porque lo entiende como una mezcla de sensatez y de ineficacia».

El mensaje no es nuevo, pero sí significativo. Es parte del discurso que en 2008 Rajoy trasladó al plenario en el congreso del PP. Aquel fue el cónclave en el que se desprendió de la herencia del aznarismo y construyó su nuevo equipo. Uno propio. Muchos de los que entonces se convirtieron en cargos orgánicos de confianza, como Sáenz de Santamaría y Cospedal, hoy ya no están. Y el partido de Casado ha recuperado la influencia de sectores próximos a José María Aznar.

Quizá el fichaje más visible del entorno del expresidente es Cayetana Álvarez de Toledo, la actual portavoz parlamentaria. La suya fue la ausencia más comentada este miércoles en los corrillos políticos. Crítica con la manera de hacer de Rajoy, en 2015 rehusó repetir en las listas electorales. «No encuentro argumentos suficientes para defender la gestión del Gobierno», argumentó entonces.

Rajoy no pasa por alto que fue aquella la época en la que surgieron voces en el partido que clamaban ya por un cambio al frente del PP. El propio Aznar llegó a pedir un congreso abierto. En realidad, se trató de una reflexión recurrente desde el retroceso en los comicios autonómicos y locales de ese año que se extendió incluso al periodo entre la victoria en las generales de 2015 y la repetición electoral medio año después.

El exlíder de los populares minimiza, sin embargo, el cuestionamiento interno y sostiene que las críticas «nunca encontraron eco en la organización». «Afortunadamente -escribe en el libro-, mientras estuve al frente del PP gocé de un apoyo y una lealtad admirables por parte de la mayoría de compañeros en el partido y de los ministros de mi Gabinete». Muchos de ellos le arroparon este miércoles. Cristóbal Montoro, Fátima Báñez, Íñigo Méndez de Vigo, Juan Ignacio Zoido, Jorge Fernández Díaz, Pedro Morenés, José Ignacio Wert, José Manuel Soria... Los exministros trufaron el salón en el que se celebraba el acto junto a dirigentes territoriales en activo como Alberto Núñez Feijóo, Alfonso Fernández Mañueco o Alfonso Alonso.

Sonaron notas de nostalgia. De otro tiempo en el que imperaba el bipartidismo. No faltó ahí el reproche a los gobernantes «frívolos», a los «doctrinarios» y a las alianzas que teje Sánchez para formar Gobierno y que incluyen el acuerdo de los independentistas. En la defensa de la Constitución y la unidad de España, sostuvo Rajoy, «los dos grandes partidos nacionales» deben ir de la mano. «Y quien lo rompa -advirtió sobre el consenso- es un irresponsable».