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Dolores, la mujer fallecida.
«¡Ay, mi 'gordita'; esto no es justo!»

«¡Ay, mi 'gordita'; esto no es justo!»

Fallece en Murcia una mujer quemada a manos supuestamente de una toxicómana, con la que discutió por querer robarle la bici a su hijo

JORGE GARCÍA BADÍA

Viernes, 21 de septiembre 2018, 17:45

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Con la mano izquierda se aferraba con fuerza a su marido mientras la derecha se la llevaba contra el pecho. Una y otra vez. Con tanta ira que no sentía el dolor de las palmadas que ella misma se asestaba. «¡Ay, mi 'gordita'!», clamaba Dolores. Nadie era capaz de consolarla. Los médicos le acababan de confirmar que su hija, Dolores M. C., de 38 años, la misma que la llenó de felicidad dándole cinco nietos, había muerto en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) a causa de las quemaduras que le provocó una toxicómana, M. I. T. O., de 32 años.

«Con la cara de 'gitanica' que tenía ella», subrayaba Dolores mostrando una foto de su «gordita». Su hija había pasado la noche sedada y el personal de las áreas de Cirugía Plástica y Cuidados Intensivos del Hospital Virgen de la Arrixaca en Murcia hicieron cuanto pudieron, pero pesaron más las graves heridas que sufría: quemaduras de segundo y tercer grado en el 80% de su cuerpo, como detalla el periódico 'La Verdad'.

La agresora actuó supuestamente movida por la venganza. Es lo que sostiene la familia de la víctima y es una de las hipótesis que maneja el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, que asume la investigación del asesinato. De hecho, fuentes policiales confirmaron que el pasado sábado, Dolores discutió con la sospechosa porque esta habría intentado robarle la bicicleta a su hijo, de 15 años, y que padece una discapacidad mental. Tres días después, el martes, la citada drogodependiente se plantó en el piso de la víctima, en el barrio de La Paz, llamó a la puerta y cuando Dolores abrió, la roció presuntamente con un líquido inflamable y le prendió fuego.

«Le he dicho a la Policía que me dejen cinco minutos a solas con ella», pedía ayer la madre de la víctima, quien como el resto de familiares, sabía que la supuesta homicida estaba ingresada en un área restringida de La Arrixaca. Allí evoluciona favorablemente de las quemaduras de segundo grado que sufre en un 6% del cuerpo.

Consciente de que se podía producir algún altercado, la Jefatura Superior de Policía desplegó ayer por el hospital a más de una docena de agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) y del Grupo Operativo de Respuesta (GOR), que llegaron en cuatro 'zetas' y tres furgones.

«Cuando les han informado del fallecimiento han empezado todos a gritar», relataba Mariló, una mujer que en ese instante se encontraba en la sala de espera que comparten la UCI y el bloque de quirófanos. «Estábamos allí unas treinta personas y salimos corriendo asustados», afirmaba la mujer, que había acudido al hospital por una intervención a su madre. «Uno de los familiares empezó a darse cabezazos contra el cristal de una puerta, lo rompió y se abrió la cabeza».

Se trata de Badr E. E., compañero sentimental de la fallecida. Este marroquí, de 36 años, se quemó los dos brazos tratando de apagar con sus propias manos las llamas que consumían el cuerpo de Dolores y ayer seguía la evolución de su mujer en el hospital. Allí recibió la terrible noticia de su muerte.

«Toda la noche sin dormir»

Los policías nacionales se dividieron entonces en grupos para 'peinar' la primera planta de La Arrixaca, donde está la UCI, y fueron desalojando a los familiares. Estos se concentraron a las puertas del Servicio de Urgencias, aguardando la salida de Badr E. E., al que los médicos se habían llevado con una tremenda brecha en la frente.

«Estoy destrozado», fue lo único que dijo Badr cuando salió de Urgencias, con la cabeza y los brazos vendados. Se sentó en un banco, junto a su suegra, le encendieron un pitillo y rompió a llorar. Este jornalero acababa de perder a su mujer y en su humilde piso de La Paz le esperaban cinco críos de dos, cuatro, cinco, ocho y quince años, a los que más tarde tendría que comunicar que habían perdido a su madre.

«Los niños llevan toda la noche llorando y sin poder dormir y me estoy haciendo cargo de ellos», explicó Jimy a este diario, en el piso de la pareja, justo una hora antes de que se confirmase el fallecimiento de Dolores.

«Esa mujer vino con ánimo de venganza, con un cuchillo y un mechero», relataba, apoyado en una puerta cuyo timbre estaba calcinado por el fuego que M.I.T.O. desencadenó para presuntamente acabar con la vida de esta vecina de La Paz. «El sábado por la noche intentó robarle la bicicleta al hijo de Dolores, que tiene discapacidad intelectual, cuando iba por la carretera, a la altura del hotel Nelva. Dolores fue a ayudarle». La mujer, tras una fuerte discusión, logró recuperar la bici. «Pensábamos que todo estaba solucionado», señalaba Jimy. Sin embargo, la sospechosa se presentó el martes en la casa a las 17.50 horas. «Estábamos jugando cuando llamaron a la puerta», narraba una de las hijas de la fallecida, la de ocho años.

«Mi madre abrió la puerta y ella le dijo: '¡Te tengo que matar!'. Le tiró un líquido raro, le prendió fuego y salió corriendo». Ni la pequeña ni sus hermanos sabían qué hacer. «Mi madre no paraba de gritar. Mi padre, que estaba durmiendo, saltó de la cama y empezó a apagar el fuego». Primero usó sus propias manos y luego le echó agua en el rellano de la escalera hasta la llegada de una ambulancia.

La presunta homicida, en su huida, «tiró un cuchillo en la calle», según relató la pequeña. La Policía Local localizó el arma blanca y un bolso con documentación. Una agente del Equipo de Protección y Atención a las Familias (EPAF), que iba de paisano, fue la que localizó a la sospechosa en Puente Tocinos y ayudó a la Policía Nacional a practicar la detención.

Fuentes policiales confirmaron que en cuanto M.I.T.O., de 32 años, se recupere de sus quemaduras será puesta a disposición judicial, acusada de un supuesto delito de asesinato. La sospechosa seguía este jueves hospitalizada en La Arrixaca y bajo custodia policial. Jimy insistía en que «Dolores solo hizo lo mismo que haría cualquier madre. No podía dejar que hicieran daño a su hijo»

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