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Sábado, 20 de julio 2019, 18:30
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Los estatutos del PSOE, impulsados por Pedro Sánchez en el congreso de su resurrección, para dar supuestamente más poder a las bases se han convertido ahora en un quebradero de cabeza para la dirección del partido. En Ferraz aseguran que su intención es cumplir lo acordado y consultar a los militantes en el caso, ahora probable, de que finalmente haya un acuerdo para un Gobierno de coalición con Unidas Podemos. Lo cierto es que, dado lo ajustado de los tiempos, el plan se enfrenta a muchos obstáculos.
La normativa interna considera «obligatorio», en su artículo 53.2, recabar la opinión de la militancia «sobre acuerdos de gobierno en los que sea parte el PSOE o sobre el sentido del voto en sesiones de investidura que supongan facilitar el sentido del voto a otro partido». El problema es que la sesión de investidura comienza este lunes y, de momento, el pacto es solo una esperanza.
Los socialistas juegan con el margen que supone que la votación clave para la reelección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno no se producirá, en realidad, hasta el jueves 25. Es ahí donde se abre una ventana de oportunidad, pero no es en absoluto descartable que, en aras de llegar lo más cerca posible de sus aspiraciones máximas, Podemos lleve las negociaciones al límite temporal, como ocurrió en octubre de 2018 con el acuerdo presupuestario, que ahora el PSOE señala como base para el entendimiento.
En 2016, Sánchez ya sometió a las bases el 'pacto del abrazo' con Albert Rivera. Sin embargo, aquello llevó su trámite. La dirección del partido convocó la consulta el 24 de febrero y tres días después, en sábado, para facilitar la participación, se abrieron las urnas. En este caso tendría que tramitarse todo de manera urgente. Fuentes de Ferraz insisten en que la voluntad es hacerlo, pero no descartan tener que reconvertir el procedimiento en un referéndum de ratificación 'a posteriori'.
En la práctica, eso supondría pervertir el modelo porque, según las normas, las consultas son «vinculantes». En el hipotético (y en este caso, remotísimo) escenario de que las bases lo rechazaran, no habría forma de dar marcha atrás. Sánchez ya sería, en principio, presidente gracias a su acuerdo con Iglesias y estaría obligado a cumplirlo. Los tiempos políticos, pues, casan mal con uno de los principios que catapultaron al hoy presidente en funciones de nuevo a la secretaria general del PSOE.
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