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Los migrantes del 'Open Arms' desembarcan en Algeciras entre críticas de la ONG y la Junta de Andalucía

El ejecutivo de Susana Díaz se queja de la llegada de nuevos menores no acompañados mientras el resto de regiones no quiere repartirlos

Cecilia Cuerdo

Sevilla

Jueves, 9 de agosto 2018, 00:36

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Los 87 inmigrantes rescatados por el barco 'Open Arms' desembarcaron este jueves en el puerto de Algeciras tras una larga semana de travesía. La llegada no estuvo exenta de polémica. Y es que la ONG sigue sin comprender cómo se ha optado por un puerto tan alejado de su ámbito de actuación, vulnerando además la norma internacional de rescates en el mar que obliga a seleccionar el muelle más cercano, mientras que otras entidades de derechos humanos claman por un protocolo armonizado de actuación tras conocer que los rescatados no tendrán los mismos permisos humanitarios que hace unas semanas tuvieron otros rescatados por el 'Open Arms' o 'el Aquarius'. Y, además, Andalucía ha puesto el grito en el cielo por seguir recibiendo menores migrantes no acompañados en unos centros ya saturados, cuando el resto de regiones «se pone de perfil» y rechaza repartir la responsabilidad de su atención.

A diferencia del despliegue realizado en anteriores desembarcos de la nave catalana, la de ayer transcurrió de forma rápida. Agentes y voluntarios de Cruz Roja están más que acostumbrados a recibir cientos de inmigrantes al día, y la atención a los 87 del 'Open Arms' no era una rutina nueva. Todos varones, fueron bajando del barco sobre las 9.30 horas de la mañana en pequeños grupos y, tras una primera atención médica, les proporcionaron ropa, zapatos y algo de comida antes de iniciar el proceso de identificación en el Centro de Acogida Temporal de Extranjeros (CATE) montado por la Policía en el mismo muelle. Un proceso en el que estuvieron asesorados por técnicos de ACNUR, que les entregaron el volante como posibles peticionarios de asilo, ya que, salvo un egipcio y un gambiano, el resto proceden de Siria, Darfur y Sudán.

Francia ha confirmado que acogerá a 20 de ellos. Por su parte, los seis menores no acompañados quedarán bajo tutela de la Junta de Andalucía, cuyo vicepresidente lamentó que, pese al compromiso del nuevo ejecutivo, «no parece coherente ni sostenible que se acerquen barcos a los puertos con menores a bordo y, al mismo tiempo, se afirme que no hay recursos ni posibilidades de repartir la responsabilidad de éstos entre las comunidades por falta de consenso».

El lugar más adecuado

El Gobierno defiende la elección de Algeciras por ser el punto con el dispositivo «más adecuado y seguro» para su atención, después de que la presión migratoria en el litoral andaluz obligara a montar el CATE y un centro de acogida posterior a la identificación, y haya ya un procedimiento establecido. «Su situación no es diferente a la de otras llegadas de inmigrantes», aseguró el día antes el subdelegado del Gobierno.

La única diferencia es que, como recalcó este jueves Riccardo Gatti, jefe de la misión de la oenegé, los 87 han tenido que sufrir el calvario de Libia. Cuando los recogieron, aún tenían «el miedo en sus ojos» por temor a que les fueran a devolver a ese país, y de hecho alguno se lanzó al agua para evitar su rescate porque «preferían la muerte». Según les fueron contando en estos días, a medida que se ganaron su confianza, algunos llevaban allí hasta dos años detenidos, habían sido víctimas de las redes de trata, torturados, esclavizados, e incluso habían extorsionado a sus familias. Por eso, al conocer que su destino final sería España empezaron a tranquilizarse. Ayer, cuando llegaron a puerto, no pudieron reprimir los abrazos, bailes y palmas, y hasta improvisaron un cartel con un «Gracias España» y un corazón para agradecer la acogida.

La oenegé descartó desembarcar en Italia y Malta por su política de criminalización a las oenegés. Ya no les avisan de las pateras a la deriva, se tienen que enterar interceptando comunicaciones de los mercantes, e incluso les dificultaron evacuar a una tripulante enferma. Libia tampoco era opción, por lo que solo les quedó pedir permiso para desembarcar al Gobierno español. Pese a los obstáculos, afirman que «tiene sentido seguir» allí, porque «estamos hablando de personas y necesitan ayuda».

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