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A. AZPIROZ
MADRID.
Miércoles, 13 de junio 2018, 00:04
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El fiscal del 'caso Nóos', Pedro Horrach (Mallorca, 1966), estrenó ayer el libro 'El fiscal que puso en jaque la corrupción' (Península). El destino ha querido que la publicación coincidiese con la sentencia del Tribunal Supremo sobre el juicio más mediático en el que ha participado.
-No, realmente no. Existe una satisfacción parcial porque la sentencia de la Audiencia Provincial haya sido ratificada por el Tribunal Supremo y, a la vez, no tanta satisfacción por el hecho de que los postulados de la Fiscalía, tanto los que mantuve yo como los del Supremo, no hayan sido recogidos por el alto tribunal. En todo caso se impone una visión global y creo que esta sentencia es un reflejo de un trabajo que se hizo y que, en mi opinión, fue bueno.
-En líneas generales, sí. Ha habido una ratificación de lo que fue la sentencia de la Audiencia Provincial. Tanto lo que respecta a la participación de las personas que eran objeto de imputación como a la calificación jurídica de los hechos.
-La normalidad sería que tras esta condena hubiese un ingreso en prisión inmediato.
-A toro pasado, probablemente sí. He actuado con total independencia, imparcialidad y libertad de criterio. De hecho, todas las decisiones en el tema 'Nóos' son responsabilidad exclusivamente mía y de nadie más. Si en aquel momento consideré que era la posición procesal y jurídica que debía aceptar es porque estaba convencido de ello.
-He vivido muy intensamente el proceso al igual que me ha sucedido con muchos otros. Es verdad que en este he tenido menos satisfacciones. Del 'caso Nóos' tengo una sensación agridulce por la trascendencia mediática que tuvo y por las críticas constantes que recibí en su momento y que fueron injustificadas, como el tiempo y los hechos han determinado. Cuando se instaura un prejuicio en la opinión pública derivado de las informaciones que se publican en la mayoría de los medios de comunicación, resulta muy difícil luchar contra él.
-No me molesta especialmente el calificativo de abogado defensor de Cristina de Borbón. Lo que me irrita es que se haya puesto en duda mi actuación profesional, que se me haya tachado de ser un títere en manos del Gobierno o de la Casa Real y que la mayoría de medios de comunicación comprarán lo que tenía más morbo, que era la existencia de una confabulación.
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