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Una joven pasa junto a una valla de restricción de movilidad en San Sebastián de los Reyes. E. PARRA / e. p.
Dudas y resignación entre los 850.000 confinados de Madrid

Dudas y resignación entre los 850.000 confinados de Madrid

Las hasta ahora desconocidas zonas sanitarias se convierten en una pesadilla para los madrileños encerrados

M. SÁIZ-PARDO

Martes, 22 de septiembre 2020, 00:01

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madrid. Se veía venir desde el momento en que el Gobierno regional anunció que el confinamiento iba a basarse en una unidad territorial totalmente desconocida para los madrileños: la zona sanitaria básica. Y con esa premisa, y sin que la inmensa mayoría de los damnificados supieran exactamente si estaban confinados y hasta dónde, comenzó el primer día del plan de Isabel Díaz Ayuso para frenar la escalada del virus en la Comunidad de Madrid.

El grueso del operativo en las 37 zonas aisladas corrió a cargo de las policías locales y, en particular, de los 200 municipales que la ciudad de Madrid desplegó en más de 60 controles aleatorios en los accesos de los barrios confinados de Carabanchel, Usera, Villaverde, Villa de Vallecas, Puente de Vallecas y Ciudad Lineal. Mucha menor presencia policial y muchos menos 'check point' se establecieron en los siete municipios también afectados parcialmente por el bloqueo anti-covid (Fuenlabrada, Humanes, Moraleja de Enmedio, Parla, Getafe, San Sebastián de los Reyes y Alcobendas). Y es que, según reconocieron fuentes de la propia comunidad, en el 'cinturón obrero' de Madrid no hubo tanta supervisión ante la premisa de que la inmensa mayoría de quienes viajan en los transportes urbanos hacia la capital de España lo hace por motivos laborales.

Un día después de las manifestaciones en numerosos puntos de la región para denunciar el trasfondo «clasista» y «segregacionista» de los confinamientos, el cabreo era todavía muy palpable en algunos de los barrios más 'guerreros', como los de Villa de Vallecas o Usera. La indignación en las primeras horas del 'lockdown' se vivió bajo tierra, cuando a esas mismas personas que se les ordenaba no salir de su barrio si no era imprescindible se veían obligadas a coger metros atestados de gente para ir a su lugar de trabajo. Y eso después de que la Comunidad de Madrid hubiera recortado la frecuencia de los trenes para limitar la movilidad.

El enfado del fin de semana fue dando paso a una suerte de resignación dentro del inconformismo. Incluso entre los alcaldes de los feudos socialistas afectados (todos los pueblos excepto Humanes) empezó a cundir cierto fatalismo, hasta el punto de terminar de aceptar que no hay nada que hacer más allá que patalear. Y eso hicieron en la reunión que mantuvieron con la comunidad, en la que pidieron los informes que justifican su aislamiento y denunciaron que hay zonas con incidencia acumulada superior a los 1.000 casos por cada 100.000 habitantes (el listón fijado por Ayuso para el confinamiento) que han sorteado el 'castigo', tales como barrios de Alcorcón, Collado Villalba, Torrejón de Ardoz o Madrid.

A esa reunión no acudió el alcalde de la capital. José Luis Martínez-Almeida se fue hasta el asilado Villa de Vallecas para aplaudir la «ejemplaridad» de sus vecinos e insistirles que «en la medida de lo posible no salgan de sus casas». «Se equivoca cualquier madrileño que no viva en estas zonas de salud si cree que el coronavirus no va con ellos», clamó el regidor, que en esta crisis ha logrado aparecer ante los madrileños, una vez más, como el bueno de la película. Es más, casi como una víctima más. «Madrid no se puede dividir», apuntó en una de la zonas más afectadas por el cierre sin que ningún grupo vecinal le saliera a protestar.

Almeida se libró ayer de los escraches. Y es que sus policías tienen órdenes de no multar a los díscolos que pretenda salir de las 'zonas rojas' sin permiso hasta el miércoles. Una medida que fue lo único aplaudido en los seis distritos de la capital de España afectados por los cierres.

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