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ATLAS ESPAÑA
Martes, 10 de septiembre 2019, 15:25
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La declaración de Ana Julia Quezada ha sido un relato cubierto de lágrimas que arrancaban con su primera afirmación, la que confirmaba que había acabado con la vida de Gabriel. Ahí se ha desencadena su dramatización de los hechos propia, según la psicóloga Ana Villarrubia, de una personalidad psicótica e histriónica. El llanto de Ana Julia se volvía alterado al hablar del crimen de Gabriel pero recuperaba la serenidad cuando recordaba cómo acabó con su vida. Actitud calmada que ha mantenido al ver la toalla con la que cubrió el cuerpo del pequeño. Una prueba incriminatoria ante la que no ha podido fingir ningún sentimiento. Las lágrimas reaparecían al declarar que quería confesar el crimen y ha llegado a mirar a cámara para dirigirse al padre de Gabriel y pedirle perdón. Lo que Ana Julia no lloró en trece días de búsqueda lo ha llorado en dos horas de declaración.
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