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Antidisturbios de la Policía Nacional forman ayer un cordón de seguridad en los alrededores del colegio Ramón Llull de Barcelona.

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Antidisturbios de la Policía Nacional forman ayer un cordón de seguridad en los alrededores del colegio Ramón Llull de Barcelona. Alberto Estévez (Efe)

Diario de una jornada cargada de tensión

La contundente actuación de la Guardia Civil y la Policía contrasta con la decisión de los Mossos de no intervenir

DAVID GUADILLA

Madrid

Lunes, 2 de octubre 2017, 00:29

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Más de 800 heridos contabilizados por la Generalitat; once agentes del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil agredidos y con diferentes contusiones, según los datos del Ministerio del Interior; disturbios por buena parte de Cataluña; la imagen de los Mossos cuestionada; y la certeza de que la convocatoria del referéndum organizado por los soberanistas y anulado por la Justicia dejó ayer muchas heridas abiertas y fracturas que serán difíciles de cerrar. Resultado final del 1-O.

No había amanecido, y miles de personas hacían guardia en los más de 2.000 colegios electorales distribuidos por toda Cataluña. Algunos puntos de votación llevaban ocupados desde el viernes. Locales municipales, institutos, centros de salud... El objetivo era impedir que las fuerzas de seguridad cumpliesen la orden del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña para imposibilitar la celebración del referéndum; básicamente, construir cordones humanos para evitar que las urnas y las papeletas fuesen requisadas. A ese empeño se sumaron estudiantes que tocaban la guitarra, familias con niños pequeños... El intento del soberanismo por convertir la cita en una fiesta enseguida chocó con la realidad.

La tensión empezó a bullir al alba. Los primeros en aparecer en los colegios electorales fueron los Mossos. En el ojo del huracán desde hace semanas, los agentes de la Policía autonómica se presentaron pero no actuaron. En la mayoría de los casos, ni accedieron a los centros. Levantaron acta y evitaron el enfrentamiento. En algunas localidades, los manifestantes les hicieron un pasillo y les vitorearon. Apenas había salido el sol, y los acontecimientos se precipitaban. La Generalitat anunciaba que cambiaba las reglas de la consulta e instauraba el censo universal para que quien quisiese votar lo hiciese en cualquier sitio. Llegaban voluntarios cargando al hombro las urnas que Interior llevaba buscando desde hace semanas. La Guardia Civil bloqueaba los sistemas informáticos y algunos centros de votación aparecían con silicona en las cerraduras.

Nueve de la mañana. La hora en la que está previsto que se abran los colegios electorales. Con las mesas constituidas, las colas de personas dispuestas a votar se incrementan sin cesar. Ante la pasividad de los Mossos, aparecen las primeras furgonetas de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía en diferentes lugares de Cataluña.

Imágenes de heridos

Los agentes intentan acceder a los locales. En la mayoría de los casos lo tienen que hacer por la fuerza. Se suceden las cargas policiales, los porrazos y el lanzamiento de pelotas de goma. Las redes sociales y los medios de comunicación se inundan de imágenes de ciudadanos con heridas en la cabeza, sangre, golpes... En Sabadell, un convoy del CNP es atacado por una multitud que le lanza de todo, en una localidad de Barcelona se talan unos pinos para bloquear la carretera, se colocan tractores para ‘proteger’ los locales de votación, agentes de la Guardia Civil son recibidos a pedradas... Por momentos, la imagen que llega es la de una Cataluña incendiada e insurrecta.

Para las diez de la mañana ya han votado Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. El presidente de la Generalitat lo tiene que hacer en un colegio diferente al suyo después de que la Guardia Civil requise las urnas del que le correspondía. Los incidentes se suceden. A todos los niveles. Los Mossos y la Guardia Civil casi llegan a las manos en algunos colegios. La tensión amenaza con llegar a un punto de no retorno.

Se reúne la comisión de coordinación policial al mando del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos. El mayor de los Mossos, Josep Lluis Trapero, vuelve a dar plantón. La Policía autonómica defiende su actuación: «Se basa en el cumplimiento de la orden judicial de actuar de manera proporcional y garantizando la seguridad ciudadana». De forma paralela empieza la batalla por ganar el relato. Puigdemont lanza su mensaje: «Porras contra urnas». Juan Ignacio Zoido, ministro del Interior, le responde: «Que pare esta locura». La Generalitat se esfuerza en transmitir la idea de que el referéndum ha sido un éxito. El Gobierno central, justo lo contrario.

No habían dado las once y media de la mañana y la Consejería de Salud ya hablaba de 38 heridos, al menos dos graves. La cifra se eleva a más de 800 al acabar la jornada, según los datos ofrecidos por la Generalitat. Una decena de ellos, agentes del CNP y de la Guardia Civil. Cuando la tormenta parece a punto de destrozarlo todo, su intensidad comienza a descender. Los llamamientos a la cordura se cruzan con discursos incendiarios. Alrededor de las cuatro de la tarde, el Barcelona anuncia que su partido contra Las Palmas se jugará a puerta cerrada. La vida social y cultural en Cataluña queda apagada. Se anulan partidos de fútbol, baloncesto, balonmano... La mayoría de los teatros cierran sus puertas y suspenden las funciones programadas. En una jornada de domingo en la que buena parte de los comercios tenían previsto levantar la persiana, muchos optan por mantenerla bajada.

Llega la tarde. El portavoz de la Generalitat anuncia que 319 colegios electorales han tenido que cerrar sus puertas. Las calles continúan abarrotadas y los defensores del referéndum siguen formando ‘barricadas’ humanas para impedir que se requisen las urnas. Las críticas a los Mossos no disminuyen. La Justicia investiga su actuación. La Policía autonómica se hace con varias urnas. En algunos casos, cuando ya están vacías después de que los votos hayan sido contados.

A las 20.00 horas se cierran los colegios. En una jornada que nadie califica como normal, se actúa como si fuese normal. Los convocantes empiezan el recuento, comparecen los principales líderes políticos, Mariano Rajoy dice que no ha habido referéndum... Y todos apelan a buscar una salida desde hoy.

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