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Jueves, 5 de octubre 2017, 00:58
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En la Santa Sede había expectación por escuchar cómo Felipe VI respondía al desafío planteado por la Generalitat, pero hubo quien se sintió defraudado por sus palabras. «Por supuesto que tenía que defender el Estado de derecho y la Constitución, pero también esperaba algún gesto que ayudara a calmar los ánimos», explica un alto funcionario, que quedó «decepcionado». No fue el único. Un alto prelado muy ligado a nuestro país asegura que cuando terminó el discurso, se preguntó si no podía haber ido más lejos. «¿Por qué no dijo algunas palabras en catalán? Hubieran sido un buen bálsamo. Así no se consigue sobreponerse al discurso de los independentistas», concluye.
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