Casado sorprende con una dura ruptura con Vox para recuperar el centro derecha

Casado no dio tregua a su rival. Desde que tomó la palabra se lanzó a por él. Le acusó de desleal, de hacer perder el tiempo a los españoles con una iniciativa fallida y de haberse convertido en el «salvavidas» y en el «socio en la sombra» del Gobierno de coalición. «La izquierda –aseguró– llevaba treinta años queriendo que hubiera un partido como Vox: usted se lo ha regalado».

El líder del PP no rebajó el tono en ningún momento. Criticó la estrategia de Abascal por «irresponsable» y censuró todo lo que ha hecho en estos dos años por hacerlo pensando sólo en él, hasta convertirse en «la pinza de Pedro Sánchez» , rellenando con argamasa» las grietas «cada vez más profundas» del Ejecutivo de coalición. «Solo ofrece a España fracturas, derrotas y enfado mientras que a la izquierda le da garantía de victoria», advirtió.

Se esforzó en marcar distancias con Vox, un partido «de la ira, de la revancha, de la manipulación y de la involución», además de proclamar a los cuatro vientos su incapacidad para gobernar. «Lo que aquí se vota –señaló a Abascal– es si está capacitado para ser el presidente de la cuarta economía del euro y si tiene experiencia y solvencia. La respuesta ya era evidente, pero ha quedado aún mas claro: no».

Un 'no' rotundo, secundado con disciplina por sus 88 diputados, a la moción para sacar a Sánchez de la Moncloa. La decisión, que el entorno de Casado guardó con celo para no rebajar el golpe de efecto, obtuvo el aplauso cerrado de la bancada del PP y el reconocimiento incluso del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias y de la la portavoz socialista, Adriana Lastra.

Desde hace días eran cada vez más las voces dentro del PP las que le pedían apretar el botón del 'no' y marcar una nítida frontera con Vox, que resituase al partido en el centro del tablero político. Ayer, lo hizo. «Entre la nación de naciones y la España grande y libre –remarcó Casado– hay un espacio intermedio donde estamos 47 millones de españoles hartos de la polarización».

Abascal se quedó descolocado ante el demoledor discurso del líder de los populares. Su tono de voz lo dijo todo, nada que ver con el empleado en el resto del debate. «Se ha unido a la brutal caricatura de Vox y de Santiago Abascal, al que usted conoce bien y sabe que no es así. Lamento lo que ha hecho, dar una patada a la esperanza de miles de españoles con una equidistancia imposible», acertó a decir.

El líder ultraderechista aclaró, eso sí, que, pese al desmarque de Casado, su partido no romperá los gobiernos que sustenta desde fuera en Andalucía, Murcia o la Comunidad de Madrid. «Pueden tener tranquilidad –aseguró– respecto a la responsabilidad histórica de Vox en estos momentos». Poco después, la formación suspendía las negociaciones que iban a conducir a la aprobación de los Presupuestos de la Junta para 2021 y su portavoz en el Parlamento andaluz, Alejandro Hernández, confirmaba «un tiempo nuevo» en sus relaciones con el PP.

En el grupo parlamentario popular reconocen que la intervención de Casado fue una «inyección de moral» y de «ánimo» que les encamina a conformar una alternativa que les lleve de nuevo a la Moncloa. El análisis lo comparten también los barones territoriales del PP para quienes ha quedado demostrado «que España necesita a Pablo Casado de presidente y al proyecto que presenta», como apuntó el andaluz Juanma Moreno. «La confianza se gana con propuestas y Casado lleva tiempo planteando soluciones», dijo el presidente del PP en Extremaduraextremeño, José Antonio Monago.

Para el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el líder de los populares demostró «con contundencia que la alternativa a Sánchez e Iglesias no puede ser liderada desde la ruptura, el populismo, o la demagogia». Mientras que para la gobernante madrileña, Isabel Díaz Ayuso, el PP volverá a sacar al país de la crisis en la que está sumido «si los españoles le dan su confianza».