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Pablo Iglesias.
De camaradas a enemigos

De camaradas a enemigos

La ruptura definitiva entre las dos principales figuras de Podemos llega tras tres años de desencuentros internos La entrada en política ha roto una amistad que Iglesias y Errejón forjaron en la facultad de Políticas

ANDER AZPIROZ

Domingo, 20 de enero 2019, 00:51

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MADRID. Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se conocieron en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense hace 16 años, cuando el primero tenía 24 y el segundo 19. La escena la describió el líder de Podemos en noviembre 2015. «Le veo allí, sentado en la puerta de la cafetería, con un trocito de pan y al trocito de pan le estaba echando un sobrecito de azúcar. Y no pude evitar acercarme y decirle: 'Pero, ¿por qué comes pan con azúcar?'. Y me dice el pobrecito: 'Es que es como un suizo'», reveló Iglesias. Poco después el ex número dos de Podemos corrigió a su jefe de filas: tenía prisa porque debía acudir a una reunión de estudiantes y cogió de la cafetería lo primero que encontró a mano. Por aquel final de 2015, las dos máximas figuras ya comenzaban a discrepar hasta en la manera en que se habían dado la mano por primera vez. Aun así, formaban un tándem que revolucionó la política española. En diciembre de 2015 Podemos entró en el Congreso como tercera fuerza a nivel nacional. No conseguir el 'sorpasso' sobre el PSOE fue una decepción para los dirigentes podemistas, que incluso aspiraban a la Moncloa, pero su éxito de entonces resulta inapelable.

Fue con la llegada al Parlamento cuando se empezaron a vislumbrar con claridad las diferencias entre las dos principales figuras del partido emergente. Y es que, como ha dicho Errejón en el pasado, no es lo mismo ser amigo que compañero de partido.

Uno de los principales debates en el que se midieron tras aterrizar en la Cámara baja fue la conveniencia o no de favorecer un gobierno de Pedro Sánchez y Albert Rivera. Iglesias en ningún momento se movió del no rotundo. Errejón, que siempre manifestó que Podemos nunca daría un cheque en blanco a socialistas y liberales, se colocó en posiciones más flexibles. Pero la decisión estaba tomada y el líder de Podemos forzó una repetición electoral. Se guardaba un as en la manga: la confluencia con la nueva Izquierda Unida de Alberto Garzón, un acuerdo que unos meses antes había rechazado de plano el secretario general podemista.

El bautizado como 'pacto de los botellines' que en mayo de 2016 unió los destinos electorales de Podemos e IU supuso un nuevo encontronazo. Errejón avisó durante meses de que los cinco millones de votos de Podemos y el millón de IU en los comicios de 2015 no tenían por que sumar seis en las siguientes elecciones. Y tenía razón. En las generales del 26 de junio Unidos Podemos se quedó en los cinco millones de sufragios, uno menos que lo esperado y, además, otra vez, sin el soñado 'sorpasso'.

Sergio Pascual

Antes del fiasco electoral Iglesias hizo algo que contribuyó a que las diferencias de criterio con su mano derecha pasarán de lo político a lo personal. El 15 de marzo de 2016 el líder del partido fulminó a Sergio Pascual como secretario de Organización. Lo hizo, además, con términos muy duros. A Pascual, uno de los más estrechos colaboradores de Errejón, le acusó de una ««gestión deficiente cuyas consecuencias han dañado gravemente a Podemos en un momento tan delicado como es el proceso de negociaciones para conformar un gobierno del cambio». El número dos ni siquiera fue avisado de la defenestración de su amigo y, ofendido, desapareció dos semanas de la faz de la tierra, pese a ser el portavoz parlamentario de Podemos. Cuando volvió fue sincero: «No comparto todas las decisiones de mi secretario general. Pero sigue siendo mi secretario general». Fue el principio del fin.

El siguiente paso en la ruptura fueron las primarias para elegir secretario general en la Comunidad de Madrid. A espaldas de Iglesias, Errejón auspició una candidatura afín encabezada por Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid y a día de hoy suspendida de militancia por, como ha hecho ahora Errejón, presentarse a las primarias de Más Madrid, la candidatura creada por Manuela Carmena. A partir de ahí fue todo cuesta abajo hasta llegar a Vistalegre II.

La lucha fratricida la ganó Iglesias, que, como premio de consolación, otorgó a Errejón la candidatura a la Comunidad de Madrid. Pero las heridas de aquella Asamblea Ciudadana nunca se llegaron a cerrar y hoy están más abiertas que nunca entre dos camaradas de facultad que se hicieron amigos, después se convirtieron en compañeros de partido y ahora son dos enconados adversarios políticos.

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