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Rajoy, nueve meses a la espera de la rebelión de los barones socialistas

El presidente valenciano, Ximo Puig, acusa al líder del PP de no realizar «ningún movimiento» que facilite al PSOE pasar del 'no' a la abstención

NURIA VEGA

Miércoles, 24 de agosto 2016, 23:53

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madrid. Cuando vascos y gallegos acudan a votar el 25 de septiembre y la presión electoral se esfume del panorama político, el PP habrá cumplido nueve meses de gestación aguardando la abstención de los socialistas. En todo este tiempo, no ha habido plan B. Desde la noche en la que el 20 de diciembre las urnas le arrebataron la autonomía que da la mayoría absoluta, Mariano Rajoy ha aguardado paciente una rebelión de los barones del PSOE que doblegara a Pedro Sánchez y desterrara del discurso su 'no es no'. Y esa sigue siendo su única opción.

En las manos de la segunda fuerza del país reside el éxito o el fracaso del presidente del PP. No hay más cuentas que echar en la sede central de la calle Génova. Los populares que amagan con recorrer la vía del PNV y Convergencia recuerdan que ningún camino es despreciable, pero admiten que ambos partidos interesan, sobre todo, para llegar a acuerdos durante la legislatura que garanticen la gobernabilidad. Convertirlos en el sustento de la investidura que se le resiste a Rajoy, aseguran, es prácticamente imposible.

En el equipo del jefe del Ejecutivo dan por hecho que nada se puede hacer a estas alturas para salvar el trago de la próxima semana. El candidato popular se encamina hacia un debate en el que no logrará la confianza del Congreso y que le servirá, en todo caso, para resaltar el «bloqueo» de los socialistas y su negativa a facilitar un gobierno.

En el PSOE, sin embargo, no creen que se lo hayan puesto fácil. Mientras algunos dirigentes denuncian la presión constante a la que se han visto sometidos para ser «muleta» de Rajoy, el presidente de la Generalitat valenciana introducía ayer un elemento añadido. No ha habido «ningún movimiento suficiente» por parte del PP, reprochaba Ximo Puig, que permita a los socialistas transitar desde su rechazo rotundo a la abstención.

Fuentes populares reconocen la «pasividad» de su líder. Es el estilo del presidente, que, según las mismas voces, no está dispuesto a mostrar sus cartas mientras Sánchez se recrea en la negativa a cogerle el teléfono. A lo máximo que ha llegado el PP es a sugerir en público su voluntad de revisar incluso algunas de las iniciativas estrella de la legislatura de 2011, como avanzó el pasado julio la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal. En la misma línea se aventuraba ayer el portavoz parlamentario, Rafael Hernando, quien en una entrevista en la cadena Ser aceptaba negociar «líneas rojas» como la reforma laboral o la ley educativa.

Pero a estas alturas ni hay margen para amarrar los apoyos suficientes antes del 30 de agosto ni se han trabajado los puentes que tendrán que atravesar populares y socialistas para evitar unas terceras elecciones. La cercanía de los comicios autonómicos en Galicia y País Vasco complica el escenario. Los socialistas disputan al PP la Presidencia de la Xunta gallega y el partido se ha cerrado en banda en mantener su 'no' a Rajoy.

La fortaleza de Sánchez

Sánchez no quiere grietas en puertas de una convocatoria electoral y se ha sumido en el mutismo. El secretario general ha racionado sus apariciones públicas en su descanso estival, mientras afines a la dirección, como el líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, se turnan en radios y televisiones para insistir en que nada hará cambiar al PSOE de parecer respecto a Rajoy. Ni tan siquiera pasado el 25-S, llegó a anticipar esta semana el secretario de Acción Política, Patxi López.

El sector crítico parece mantenerse a la espera de que llegue el momento de convocar un nuevo Comité Federal en el que Sánchez aclare si el 'no' es revisable o si incluso se plantea reavivar la discusión sobre un ejecutivo alternativo de izquierdas, que ensancharía brechas en el partido.

En el PP sorprende que voces como la de la presidenta andaluza, Susana Díaz, se hayan apagado, y hay quien intuye que el PSOE vive la calma que precede a la tormenta. Los populares se muestran escépticos sobre la posibilidad de que, en ese hipotético pulso, el líder de los socialistas vaya a rectificar. Lo ha apostado todo al 'no'. De ahí que a Rajoy sólo le quede encomendarse a las tesis abstencionistas del presidente extremeño Guillermo Fernández Vara o la vieja guardia de Felipe González.

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