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Antonio Contreras
Lunes, 2 de octubre 2023, 00:09
Christian von Koenigsegg es la prueba viviente de que los sueños, por imposibles que suenen, pueden hacerse realidad si ponemos todo nuestro empeño. Nacido el 2 de julio de 1972 en Estocolmo, Suecia, el inventor confiesa que no sabe muy bien de donde le viene ... esta pasión por el mundo de las ruedas, aunque existe un hecho que, según cuenta, marcó un antes y un después dentro de su vida. Cuando tenía cinco años fue a ver con su padre, Jesko Von Koenigsegg, la película Flåklypa Grand Prix, dónde un reparador de bicicletas diseña su propio vehículo para competir y un antiguo amigo le roba el diseño. Lejos de rendirse, el protagonista se pone manos a la obra para desarrollar un nuevo coche y poder competir. Tras terminar la película Christian se dirigió a su padre y, completamente convencido de ello, le dijo que de mayor construiría su propio coche.
Podría decirse que Reodor Felge, el protagonista de aquella película, es un pequeño reflejo de lo que Christian Koenigsegg sería en el futuro. Un hombre que, como se verá más adelante, lejos de abandonar su sueño ante las adversidades, siguió batallando para hacerlo realidad.
A los seis años Koenigsegg se subió por primera vez a un Kart, algo que le caló profundamente. Tanto es así que él mismo lo define como uno de los mejores días de su vida. Para esta jovencísima edad el futuro inventor ya tenía un objetivo de vida claramente definido. La frase que dijo un año antes a su padre empezaba a coger forma en su interior, con unas líneas cada vez más definidas con el paso del tiempo.
La obsesión de Koenigsegg por crear su propio automóvil hizo que centrase todos sus esfuerzos en esta misión. Se pasaba todo el día leyendo y empapándose de información que le pudiese resultar útil. La consecuencia directa de esta fue un claro resentimiento en sus resultados escolares, lo que no hizo mucha gracia a sus padres, quienes decidieron internarle en el prestigioso colegio Lundberg.
Su ingenio y constante curiosidad le llevaron a crear sus primeras ideas en la adolescencia, aunque ninguna de ellas llegó a buen puerto. Una de ellas fue «Click», que consistía en una especie de tablones que, gracias a sus formas, no precisaban de clavos ni ninguna clase de adherentes para mantenerse unidos entre sí. Presentó esta idea al padre de su futura esposa, quien era dueño de una inmobiliaria, pero desechó su idea. Unos años después, una empresa del sector patentaría un diseño muy similar al que hizo Christian en su día, convirtiéndose en un negocio multimillonario.
Lejos de que esta clase de golpes le llevasen a la rendición, el joven sueco no desfalleció ni en sus sueños ni en su espíritu emprendedor y, a los 19 años, crea su primera empresa de compra y venta de bienes centrada en la importación y exportación de toda clase de productos. Tres años después Christian tiene dinero suficiente y decide dar el gran salto para hacer su sueño realidad, fundando Koenigsegg Automotive el 12 de agosto de 1994. Bautiza a la empresa con su apellido y le cede también el escudo de su familia como insignia principal.
Los ahorros conseguidos con la empresa que fundó algunos años atrás no fueron suficientes para sacar adelante el primer modelo, por lo que presentó su proyecto a NUTEK, un plan de ayudas del gobierno sueco centrado en el crecimiento de la economía regional en asuntos tecnológicos.
Finalmente, en 1996, presentó su primer prototipo, el Koenigsegg CC, el cual fue llevado un año después al festival de cine de Cannes para publicitar la marca. Desde su creación Koenigsegg dedicó los siguientes años a mejorar el prototipo inicial hasta que, en el año 2000, hizo su gran aparición en el Salón del Automóvil de París.
En 2002 la empresa presenta su primer modelo de producción, el Koenigsegg CC8S, que consiguió entrar en el libro Guinness de los Récords como el motor de producción más potente hasta la fecha.
Sin embargo, un año después la desgracia se cernía sobre la marca. Un pequeño incendio inesperado termina por devorar la fábrica de hiperdeportivos, aunque por fortuna se pudo salvar una importante cantidad de materiales, desde coches a planos. Las piezas salvadas se depositaron en el antiguo aeródromo de las fuerzas aéreas suecas, en Ängelholm. El gobierno local acabó por cederles esa zona, convirtiéndose en la nueva fábrica y sede de Koenigsegg.
Aquí es, de hecho, donde nace el segundo emblema que portan sus vehículos: el fantasma. Se trata de un símbolo que utilizaban los aviadores que habitaron ese hangar ahora convertido en fábrica durante los años 40. En honor a ellos, Christian decidió incluir el símbolo también en sus coches.
Desde la aparición del CCR, el primer modelo creado en la nueva fábrica, la marca sueca no ha hecho más que agolpar nuevos récords y seguir creciendo, mejorando e innovando en cada vehículo.
Como se dice en el título Christian von Koenigsegg es uno de los mayores genios del automóvil del siglo XXI, y esto no se debe a la creación de su marca, sino a las constantes innovaciones que aplica cada vez que saca un modelo nuevo. Aquí se mencionan algunas de las más destacadas, aunque existen muchas más.
· Motor tricilíndrico de 600 caballos: en 2020, con la presentación de su nuevo híper deportivo, el Koenigsegg Gemera, Christian sorprendió al mundo con un pequeño motor dotado de nueva tecnología desconocida hasta la fecha. Se trata de un tricilíndrico de dos litros de cilindrada y doble turbo capaz de desarrollar hasta 600 caballos de potencia. Lo más curioso de este motor es que no cuenta con árbol de levas. En vez de eso recurre a un sistema denominado 'freevalve', el cual utiliza unos actuadores electroneumáticos que permite controlar cada válvula de manera independiente.
· Transmisión sin caja de cambios: se trata del sistema 'Koenigsegg Direct Drive Transmission', utilizado en el Koenigsegg Regera. La estructura es bastante compleja y difícil de explicar. Está compuesta por tres motores eléctricos y un motor a combustión que trabajan juntos para mantener el siempre el régimen óptimo de funcionamiento. El motor térmico cuenta también con un acoplador hidráulico que desacopla o acopla el propulsor a combustión según sea necesario.
· Caja automática operable como una manual tradicional: una de sus últimas aportaciones al panorama automotriz y que ha conseguido encandilar a la gran mayoría de fanáticos, pues hace mucho que los grandes deportivos abandonaron casi en su totalidad los tres pedales por las cajas automáticas. Con esta caja, implantada en el Koenigsegg CC850 Christian no renuncia a ninguna de las dos, ni a la automática ni a la manual. Se trata del cambio automático denominado 'Engage Shift System', una transmisión automática de nueve relaciones que cuenta también con un modo 'puramente' manual. Y entrecomillamos puramente porque en realidad es simulado, aunque muy bien conseguido, hasta el punto de que en la práctica podrías llegar a calar el motor. Cuando se activa el modo manual el coche activa su tercer pedal. Este cuenta con una conexión que transmite las presiones ejercidas en el pedal al sistema hidráulico de embragues, permitiendo que se simulen nuestra manera de actuar el pedal. Es decir, si hacemos un uso brusco de este, las marchas entraran de forma brusca, y viceversa. Además, cuenta con un pomo clásico, un selector de los de toda la vida. En realidad, no cuenta con una asociación directa con la caja, sino que, de manera electrónica, cuando seleccionamos una marcha, se engrana en la caja.
Hoy en día Christian Von Koenigsegg ha demostrado ser irreductible, con una imaginación y una capacidad para materializar sus ideas dignas de una mente al nivel de los más grandes. Un soñador despierto, con la sangre llena de pasión. Un genio que le ha llevado a ser el creador de una de las marcas de superdeportivos más puntera de la industria automotriz en menos de treinta años, capaz de sacar los colores a marcas tan prestigiosas y veteranas como Bugatti o McLaren.
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