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La joven letona Agnese Klavina llevaba seis meses en Marbella cuando desapareció. :: sur
Piden 12 años para dos acusados de raptar a una joven desaparecida desde 2014

Piden 12 años para dos acusados de raptar a una joven desaparecida desde 2014

La Fiscalía considera que los británicos conocieron a la víctima en una discoteca de Marbella y la introdujeron por la fuerza en el coche de uno de ellos

JUAN CANO / ÁLVARO FRÍAS

MÁLAGA.

Viernes, 2 de marzo 2018, 00:12

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Agnese Klavina fue vista por última vez la noche del 6 de septiembre de 2014. Una cámara de seguridad de la discoteca Aqwa Mist, en Marbella, la grabó en la puerta subiéndose a un Mercedes S63 AMG ocupado por los británicos Westley Capper (40 años) e Ian Porter (38). Nada se ha vuelto a saber de ella desde entonces. Aquellas imágenes, las últimas que hay de la joven antes de su desaparición, reflejan de forma «patente, al más simple de los observadores, que estaba siendo conducida contra su voluntad», según el juez instructor, que los investigó por detención ilegal. La Fiscalía, ahora, ha formulado escrito de acusación contra ellos y pide para cada uno la pena de 12 años de cárcel por secuestro.

La joven letona, de 30 años, apenas llevaba seis meses en Marbella, donde trabajó como camarera en un par de clubes de playa. Esa noche, la vieron hablando a última hora con una mujer rusa en Aqwa Mist. Y después de las imágenes de la puerta, se esfumó. No usó su móvil ni sus tarjetas, ni tampoco recogió ropa de su apartamento. «No es propio de ella hacer algo así», aseguraron entonces su madre y su hermana, que se desplazaron desde Riga, la capital de Letonia, para denunciar el caso. Los investigadores siempre la consideraron una «desaparición inquietante».

En el vídeo de la cámara de seguridad, que inicialmente fue borrado, pero que pudo ser recuperado por los técnicos de la policía, se observa a la joven salir del local a las seis de la mañana acompañada por un hombre calvo y grueso. No parecía «muy convencida, con movimientos dubitativos», según el juez. Incluso llegó a pararse, «negándose a seguir caminando» y mostrando «cierto grado de resistencia activa» a ir con aquel individuo, que «la cogió del brazo y tiró de ella hacia su vehículo», añade en un auto. A unos metros, se ve a otro sujeto de complexión más delgada que conversa con el portero de la discoteca antes de subirse en el coche.

«Iba haciendo aspavientos»

La policía no tardó en identificar al hombre calvo y grueso, que resultó ser Wesley Capper, hijo del multimillonario británico John Capper, que amasó su fortuna con la compraventa de mansiones de lujo; el más delgado era Craig Porter, amigo y compañero de juergas del anterior. Tanto el Grupo de Homicidios, que investigó el caso, como la Unidad de Análisis de Conducta de la Policía Nacional insistieron en sus informes que la joven subió a aquel coche en contra de su voluntad. Los especialistas analizaron su comportamiento y concluyeron que resultaría compatible con «actos no consentidos y contrarios a su voluntad», propios de una persona que «actúa bajo la respuesta emocional básica del miedo».

Para la fiscal, los acusados, «puestos de común acuerdo», solicitaron a Agnese que los acompañara a su domicilio, en la urbanización El Madroñal de Marbella, «a lo que ella se negó abiertamente». Según el escrito de acusación, el acusado Westley Capper, aprovechando que la joven estaba bajo la influencia de bebidas alcohólicas, lo que mermaba sus facultades intelectivas y volitivas, la condujo hasta su coche, «haciendo aspavientos Agnese durante el trayecto desde la puerta de la discoteca hasta el vehículo, mostrando su no consentimiento a acompañar a los acusados, pese a lo cual la introdujo en el coche».

La representante del Ministerio Público insiste en que, una vez dentro, la joven trató de apearse del turismo, pero los sospechosos se lo habrían impedido y habrían emprendido la marcha a gran velocidad hacia la urbanización El Madroñal, «reteniéndola contra su voluntad sin que, desde entonces, se haya vuelto a saber nada de la misma y sin que los acusados hayan dado razón de su paradero». Por ello, la fiscal pide para ambos una pena de 12 años de cárcel por secuestro y una inhabilitación absoluta, además de una indemnización, de la que deberán responder de forma solidaria, de 84.354 euros que deberán abonar a los padres de Klavina por daños morales causados.

Los dos británicos, sin embargo, siempre han mantenido su inocencia. Capper dijo en comisaría que, durante el trayecto en el coche, en el que él y su amigo siguieron consumiendo cocaína, Agnese le pidió que parara el coche para apearse del mismo, ya que no quería ir a casa con ellos. Según este acusado, la dejó en una rotonda de la carretera de Ronda, aunque más tarde, durante una reconstrucción, afirmó haberla dejado algo más arriba, en una zona sin acerado ni iluminación. Para el juez, es «increíble e inverosímil» que quisiera bajarse allí, a dos kilómetros de su casa, en una oscura cuneta, «con la vestimenta y el calzado que llevaba», y encima bajo los efectos del alcohol u otras sustancias.

Viaje en barco

En el escrito de acusación, se proponen, entre otros medios de prueba, el visionado de las imágenes de las cámaras de seguridad de la discoteca y también las que captó la videovigilancia del puerto de La Duquesa, que filmó a Capper junto a dos personas más entrando en el pantalán «de forma escalonada». El juez aseguraba en uno de sus autos que se veía cómo alguno «agachaba la cabeza para que la cámara no lo grabara» y a otro «portando una maleta grande de color rojo». Aquel día, el británico y sus amigos zarparon en su embarcación Giofill III rumbo a Ibiza, aunque una avería en los motores les obligó a atracar en Cartagena, según declararía más tarde el procesado.

La policía intervino allí el barco, que estaba completamente limpio. Sólo encontraron unos restos orgánicos y un pelo, que se unieron al cabello rubio hallado en el Mercedes de Capper. Los investigadores tenían la esperanza de que el ADN confirmara que pertenecían a la letona, pero no fue así. El perfil genético de esos cabellos se cotejó con muestras recogidas del peine y el cepillo de dientes de Agnese, y también de la hermana y la madre. «Todo ha sido negativo. Creo que no hay pruebas para ir a juicio, y me sigo preguntando por qué no se investiga la posibilidad de que a Agnese le ocurriera algo cuando Capper y Porter la dejaron en aquella rotonda», plantea el abogado Jorge Hoz, que defiende al hijo del acaudalado inglés y que tiene previsto pedir la libre absolución.

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