Ni en el equipo de gobierno municipal, ni en la oficina del equipo redactor se tuvieron dudas de que el proceso para la redacción del nuevo Plan debía seguir adelante a pesar de todas las dificultades sobrevenidas por la expansión de la Covid-19, especialmente en los meses en los que el confinamiento impidió cumplir con las actividades previstas para canalizar el programa de participación ciudadana. En el equipo redactor se suele argumentar que si el fallido PGOU de 1998 fue el de los promotores cercanos a Gil y el de 2010, también fallido, fue el de la Junta de Andalucía, el nuevo –que aún no se sabe si se lo conocerá en el futuro como el de 2022 o 2023– debe ser el de los vecinos de Marbella y por ello garantizar la participación es fundamental.
Aún así, el proceso de redacción del nuevo documento no se ha detenido a causa de la pandemia y lo que cabe preguntarse es en qué medida la crisis sanitaria, que de momento no ha afectado a los plazos, sí puede condicionar el contenido del Plan.
Hay que prestar atención a esto, porque confluyen dos factores que combinados pueden tener efectos determinantes. Por un lado, la evidencia de que la crisis sanitaria ha desencadenado una crisis económica en todo el mundo cuyos efectos serán más perniciosos en las economías que, como las de este país y en especial la de esta ciudad, dependen decisivamente de la posibilidad y la voluntad de las personas de viajar, disfrutar e invertir fuera de sus fronteras, algo que ha quedado paralizado por el coronavirus. Por el otro, la idea que se tiene de los planes generales, especialmente en Marbella, no sólo como los instrumentos para mejorar la calidad de vida de los vecinos sino también como herramientas para el desarrollo de la actividad económica. En una economía que depende del turismo y de la construcción ligada al turismo, el PGOU es un instrumento de mayor peso estratégico que en lugares cuya actividad principal está ligada a otros sectores.
¿En qué medida la terrible crisis económica que se avecina influirá en el contenido de un Plan General que no se elabora para esta coyuntura sino con un sentido más estratégico, de largo plazo? Lo deseable sería que en ninguna medida, pero en esta situación posiblemente eso suene a utopía.
Una de las características más sobresaliente de las líneas que marca el Avance del Plan es que plantea flexibilidad en los usos del suelo, a diferencia del actual al que se considera demasiado rígido.
Seguramente uno de los asuntos que se pondrán sobre la mesa estará relacionado con el suelo hotelero en un momento en el que la industria turística pasa por un momento terriblemente delicado. Que Marbella sigue siendo un destino por el que el sector hotelero internacional sigue apostando a largo plazo se comprueba en los proyectos pendientes y en ejecución. Por lo tanto, lo lógico sería no sólo conservar el actual suelo hotelero, sino programar más.
No hay dudas de largo plazo, pero puede haberlas en el corto si alguna empresa del sector que lo esté pasando mal se ve tentada de capitalizar su patrimonio inmobiliario en una dirección diferente, con la pérdida que ello supondría para el tejido productivo de la ciudad. Todo el suelo hotelero debería seguir siéndolo, y para ello el PGOU es, sin duda, un instrumento irremplazable. Que lo urgente no haga perder de vista lo importante.
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