Una sociedad de manual
¿Cómo piensan, sienten y hablan los españoles de hoy? El médico Juan Macías publica sus descubrimientos en forma de libro: ‘El ojo cínico’. Un texto basado en más de tres décadas de experiencias en una consulta
Nieves Castro
Miércoles, 17 de agosto 2016, 00:57
A don Juan le gusta saborear el café en Gaspar. Un pequeño capricho del que este médico general ya jubilado no se priva a pesar ... de que su facultativo le ha recomendado ojo con la cafeína, claro que también le ha dicho lo mismo del tabaco y no hay quien le quite de la boca un par de cigarros al día. Esta misma semana, mientras esperaba su taza diaria en compañía de su mujer, hizo una apuesta, a sabiendas ganadora, sobre el tema de conversación de la mesa vecina, cuya letanía era imposible no escuchar: «Atenta le espetó a su esposa ya verás que poco falta para que entre en acción el tema médico». No falló. Al segundo, las cervicales de fulano y el colesterol de mengano acapararon la verborrea de las clientas de Gaspar. «Estos son los temas preferidos de los españoles, preferentemente de las mujeres, que están más metidas en los asuntos de salud», explica Juan Macías, un vecino de Marbella al que el retiro le ha dejado tiempo para publicar su cuarto título, El ojo cínico, con prólogo de Manuel Alcántara. El libro, una estampa sin artificios de la sociedad actual, es fruto de la observación de los miles de pacientes a los que ha tratado a lo largo de su dilatada carrera. Más de tres décadas de ejercicio de la medicina en consultas rurales de Monda, San Pedro o Marbella que le han permitido trazarse una idea propia sobre los rasgos, el temperamento y el carácter español.
En los 42 capítulos publicados por Grupo Editorial 33, el facultativo aborda temas tan serios como el trato del paciente con el aborto, Dios, las formas de maltrato, la familia y otros que, a priori, pueden parecer ligeros como el triunfo del tuteo sobre el usted. No obstante, también estos casos dan pie a una reflexión profunda en una prosa elegante, amena y con toques de humor. Por cierto, ante esta última cuestión el autor lo tiene claro: «el tratamiento formal es una cuestión estética y no marca rangos o clases sociales».
Cuestiones como el ya (casi) extinto buenos días y adiós a la hora de saludar o despedirse le propinan asimismo argumentos magistralmente construidos para concluir que «España es un país con una inclinación natural a romper sus tradiciones» y con «(...) una actitud general de desprecio al pasado por la extraña perversión intelectual que llega a identificar pasado con franquismo». «Seguramente es eso lo que lleva a los hijos de la Hispania fecunda a sustituir lo establecido de toda la vida por algo nuevo», dice el autor, que ha sido testigo incrédulo desde su consulta de como el adiós ha dado paso al ciao y al bye-bye.
Las gallinas del PER
En las 244 páginas del libro hay cabida para anécdotas de manual que reflejan la actualidad de la picaresca en los pueblos proletarios de Andalucía. El médico no tiene que hacer mucho esfuerzo para recordar el caso de aquella mujer y sus gallinas ponedoras «que ante la posibilidad de que la llamaran a trabajar me pedía la baja y me obsequiaba con unos huevecitos para mis hijos, pero pasado el peligro del PER se acababan tanto su dolencia como los huevos», relata el médico que recurre al griego Diógenes para redescubrir el significado de la palabra «cinismo» que ha llevado al título de su libro. «Para Diógenes el cinismo era la verdad llevada hasta sus máximas consecuencias. Y eso es lo que el lector va a encontrar en este libro». Aunque duela...
El español que retrata Macías no es sencillo ni natural a la hora de expresarse. Tampoco es paciente: «la gente exige mucho y otras cosas que debiera exigir no las exige y se las traga con toda la naturalidad del mundo». ¿A qué se refiere? Para este facultativo rural, al que le adelantaron la edad de jubilación al negarse a utilizar el ordenador y que en sus peores días ha llegado a reconocer a un centenar de pacientes, es inverosímil que un médico general dé cita previa. «Yo no he consentido darla nunca. Los diez minutos por paciente es otro signo de nuestro tiempo, ese esquematismo, ese igualitarismo. ¿Cómo diez minutos?Nadie es igual a otro y menos cuando está enfermo».
Violencia
El autor de El flamenco imposible, La corrida paso a pase y artículos en distintos periódicos, querencia por la que llegó a ganar el Premio José María Pemán en 2008, pide una reflexión a la sociedad sobre el mal uso que se da a las urgencias hospitalarias «por el afán de curación». Aunque no carga las tintas contra el usuario, porque también critica que la administración no dé la oportunidad al paciente de poder ser visto al día siguiente en la consulta. Puestos a pedir, también pide a sus colegas una reflexión ante la violencia que se ha instaurado en los ambulatorios y las urgencias de los hospitales. Al respecto, subraya que el médico es el primero que debe dar la talla y completar su formación con afabilidad, cordialidad y cercanía. Cuando se le pregunta si la rigidez del facultativo incentiva posibles exabruptos en los consultorios, contesta con lo que podría considerarse un galimatías: «¿Por la pérdida de afabilidad el personal se ha encabritado o porque el personal se ha encabritado y han llegado esas agresiones el médico ha perdido la afabilidad? Más bien lo segundo. Yo creo que el encabritamiento entre comillas de la población ha traído que al médico se le agrie el carácter un poco, pero el médico tiene que hacer autocrítica y preguntarse si ha dado lo que tenía que dar».
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