Julián Muñoz, durante el juicio del 'caso Fergocon', al que posteriormente le eximieron de asistir por su estado de salud. ::

Julián Muñoz Palomo: «No quiero morir en la cárcel»

Muñoz rompe su silencio para hablar de su salud y de su precaria situación económica, y pide perdón a Marbella, a su familia y a Zaldívar, pero no a Pantoja

Juan Cano

Lunes, 23 de noviembre 2015, 16:12

En abril de 2013, Julián Muñoz escuchó la sentencia del ya conocido como 'caso Pantoja' que lo condenaba a siete años de prisión por blanquear ... dinero a través de sus exparejas. Fueron sus últimos minutos en libertad. Un furgón de la Guardia Civil lo condujo directamente a la prisión de Alhaurín de la Torre, donde a día de hoy continúa recluido. Desde entonces, sus únicas declaraciones han sido ante los tribunales, que han ido añadiendo años de presidio a su expediente penitenciario. El horizonte de su libertad aparece cada vez más lejano y se sitúa ya en 2026. «No quiero morir en la cárcel», afirma el que fue alcalde de Marbella, y que simboliza como nadie en sus carnes la decadencia del imperio forjado por el gilismo a base de ladrillo y corrupción. Julián Muñoz rompe su silencio y responde a SUR una entrevista mediante una carta escrita en la soledad de su celda. Sólo elude un tema. Isabel Pantoja.

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-El juez de Vigilancia Penitenciaria le otorgó el tercer grado, pero el fiscal lo recurrió y la Audiencia le dio la razón. ¿Cómo recibió la noticia?

-Efectivamente, fue concedido por el juez de Vigilancia Penitenciaria por aplicación del artículo 104.4 del reglamento (razones humanitarias). El recurso es una opción legal que la Fiscalía ha ejercido según lo permitido por la ley, pero no comparto su escrito puesto que no se ciñe a la petición.

-¿Cómo está? ¿Qué le sucede exactamente?

-Estoy francamente mal y con un deterioro progresivo, como indican los informes médicos del centro penitenciario, del forense del juzgado y del catedrático de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Granada. Sufro, entre otras patologías, cardiopatía isquémica hipertensiva, angina estable en reposo, arteriopatía sistémica con 'sten' iliaco y coronario, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, infartos lacunares tras un ictus, diabetes melitus tipo 1, aneurisma de aorta abdominal, desviación de la comisura bucal hacia la derecha, unido todo ello al estrés carcelario, que agrava el cuadro clínico.

-Sus abogados han llegado a decir que, si no salía en libertad condicional, podría morir en prisión en menos de un año...

-La cárcel puede acabar con cualquiera, no sólo conmigo. Pero cuando se sufren todas las patologías que yo tengo, indudablemente el riesgo de muerte es muy superior, como indican los informes médicos. Es posible y muy probable que pueda sufrir un evento fatal o cerebro vascular (ya me dio un ictus). El sentimiento de que me suceda algo no se me quita de la cabeza.

-¿Cómo ha empeorado su salud la estancia en la cárcel?

-Mi estancia en prisión no solamente ha empeorado mi salud y ha provocado un deterioro físico progresivo, sino que mi salud mental ya se está resintiendo. Tengo 68 años.

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-Dicen que sigue fumando, que ha perdido mucho peso y que se le ve sin ganas de luchar. ¿Es cierto? ¿El tercer grado es un motivo para seguir peleando?

-Las ganas de luchar no las he perdido nunca, otra cuestión es que me falten, a veces, las fuerzas físicas y mentales. No quiero morir en la cárcel, como cualquier compañero preso que esté enfermo. He perdido 25 kilos. Llevo cinco años y medio en prisión más dos años de doble cómputo, o sea, siete años y medio. La lucha o pelea la lleva cualquier preso en su sangre carcelaria, como debe ser, para encontrar la salida legal. No fumo desde que me ingresaron en el Clínico para operarme (dos cateterismos coronarios).

-Resuma cómo ha sido su vida en prisión durante estos años. ¿Cómo ha sido su día a día?

-Mi vida en prisión ha sido y es dura, durísima, pero el trato que recibo de los señores funcionarios, sin privilegios, es humano, cordial y absolutamente respetuoso, como a cualquier preso que cumple las normas. Tenga en cuenta que estamos en la cárcel. El día a día es duro, hay que tener la mente ocupada, leer, escribir, trabajar, etc. Pero la cárcel, a pesar de su dureza, ofrece alternativas de todo tipo, por ejemplo estudiar, trabajar y si quieres realizarte como persona, hay oportunidades. Algún amigo hay y sí, muchos buenos compañeros.

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Deudas con la Justica

-¿Considera que ya ha saldado sus deudas con la Justicia? ¿Y con la sociedad?

-A mi modesto entender sí, otra cosa es lo que piense Instituciones Penitenciarias. A la sociedad le vuelvo a pedir disculpas, siento mucho todo.

-¿Qué le diría al pueblo de Marbella?

-Les pido perdón, lo siento. Pero no son todos los que están, ni están todos los que son. ¡Que son muchos!

-¿Se arrepiente de algo? ¿De haber confiado en alguien? ¿En quién?

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-De haber fallado a mi familia y a la confianza del pueblo de Marbella. De haber confiado en Jesús Gil. Nos engañó a todos, incluida Marbella. Pero además hay algunos que ahora dicen que ellos pasaban por allí y hacían lo que les parecía en connivencia con Jesús Gil. Y yo pregunto: algunos se salvaron de la quema. ¿Por qué?

-¿Quién ha sido su principal apoyo durante estos años en prisión?

-Mis hijas, mis nietos, mi pareja Karina, mi hermana y cuñado, y algunos amigos (pocos) y mi sobrina Isabel y sus hermanos. Desde aquí agradezco a Antonio José García Cabrera, mi abogado para conseguir el tercer grado. Es bueno y luchador. También a Javier Saavedra y Eduardo Zuleta.

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-Zaldívar y Pantoja, ahora presas por blanqueo, le dieron la espalda y lo culparon de todo. ¿Cómo lleva esa carga? ¿Les ha pedido perdón?

-Siento mucho lo sucedido con Maite Zaldívar, le pilló el tsunami sin comerlo ni beberlo. Lo siento. [En su respuesta no menciona a Isabel Pantoja].

-Si consigue el tercer grado, ¿teme encontrarse en la calle con el rechazo de la gente? ¿A qué dedicará su tiempo?

-A disfrutar única y exclusivamente de mi familia y a pasar muy tranquilo el tiempo que me quede de vida. Si alguien me rechaza supongo que estará en su derecho.

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-¿Cómo va a reconducir su vida? ¿Con quién piensa vivir? ¿Dónde?

-Estoy jubilado. Vivir en paz con mi pareja, mis hijas y nietos. ¿Dónde? En casa de ellos. Yo no tengo casa propia.

-Muchos están convencidos de que usted, como otros presos del 'caso Malaya', guardan el dinero a buen recaudo en el extranjero, en paraísos fiscales. Aclárelo. ¿Cuál es su situación económica?

-Yo en el 'caso Malaya' fui, de los condenados, uno de los que menos pena tuvo (dos años). No tengo responsabilidad civil ni multa. He sido investigado por la Policía, la Guardia Civil, la Fiscalía y el ilustrísimo señor don Miguel Ángel Torres y le puedo asegurar que no me han encontrado ni dinero ni sociedades en el extranjero ni en paraísos fiscales. Mi situación económica es muy precaria, no tengo dinero. Viviré de mi jubilación. Y aquí, en la cárcel, me ayudan mis hijas, mi pareja, mi hermana y mi cuñado. Ah sí, y mi amigo Claudio, al cual quiero muchísimo, igual que a Lourdes, su esposa.

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