El artista Agustín Casado caricaturiza a los alcaldes de Marbella desde los 40
La serie se engloba en una obra más ambiciosa donde el artista ha retratado a un centenar de caras conocidas con vinculación a la ciudad
Nieves Castro
Domingo, 30 de agosto 2015, 01:02
Es una mera coincidencia, pero no deja de tener su gracia. El dibujante Agustín Casado (Málaga, 1949) comparte cuna con el genial Pablo Ruiz Picasso. ... Para ser más exactos ambos artistas nacieron con una diferencia de 68 años en el mismo edificio señorial que se asoma a la capitalina Plaza de la Merced. El dibujante, afincado en Marbella desde la década de los 70, comenta la anécdota con ese aire desenfadado que rodea su espíritu y su producción, que ahora está en plena fase de expansión. El malagueño ultima estos días una serie compuesta por las caricaturas de los alcaldes que ha tenido Marbella desde la década de los 40 hasta hoy.
El trabajo, único en su género por temática, no pretende arrogarse ningún valor documental, pero bien podría ilustrar cualquier crónica local a tenor del acierto con el que el artista ha dibujado a los regidores. No en vano, Casado ha conocido personalmente a los 13 últimos de la serie. No obstante, para caricaturizar a los alcaldes más antiguos ha bebido directamente de las fuentes del archivo municipal, pese a que su fuerte es pintar de cabeza para, como él mismo dice, capturar el «alma» del personaje.
Pero no sólo la esencia, también las «pintas» de cada cual aparecen retratadas en esta suerte de retratos de alcaldes para la posteridad. José Bernal aparece enfundado en su siempre impecable traje de chaqueta azul oscuro, su antecesora en el cargo, la popular Ángeles Muñoz, con una chaqueta tono pastel y manga francesa tan de su gusto, mientras que Marisol Yagüe destaca por todo menos por discreta. «Ella iba así a los plenos, marcando figura», se justifica Casado, que no ha tenido empacho en incluir ni al que fuera alcalde en funciones por unos días tras la disolución del Ayuntamiento, el exfutbolista del Atlético de Madrid Tomás Reñones , o al presidente de la Comisión Gestora, Diego Martín Reyes, que, por cierto, aparece caricaturizado con su inseparable cigarro.
El malagueño tampoco se olvida de los regidores que lidiaron con la ferralla del caudillaje, empezando por Enrique Belón Lima y Antonio Lizarza, continuando por Francisco Cantos y Francisco Palma y terminando por José Manuel Vallés, que sería, durante dos meses, el último alcalde franquista de Marbella. Los personajes que marcaron para bien o para mal la vida pública del municipio en las últimas siete décadas forman parte de un proyecto cultural que aún está gestándose. No obstante, el artista tiene encima de la mesa varias ofertas para la publicación de un libro y la organización de una exposición en Marbella.
En esta muestra, que aún no tiene fecha definida, los alcaldes irán de la mano de un centenar de ilustres personajes, que por nacimiento o trabajo, guardan un estrecho y conocido vínculo con el municipio. Entre ellos, los cofrades Antonio Belón, Santos Pedrazuela o Salvador de laPeña; los periodistas José Manuel Bermudo, José Navajas, Concha Montes o Miguel Nieto; los fotógrafos Andrés Lanza o José Luis García Pérez Cacho; más un nutrido grupo relacionado con la cultura como el escritor Francisco Moyano, el archivero Francisco de Asís, el director del Museo del Grabado, Germán Borrachero o el filántropo Cándido Fernández Ledo.
«A estas alturas de la vida he descubierto que tengo propensión a las series, me pasa cuando pinto o escribo», relata Casado, que reivindica su querencia, y reconoce que la carpeta de los alcaldes surge tras comprobar que en la serie general ya salían unas cuantas caras de célebres regidores. Entre ellos, Julián Muñoz o Jesús Gil, al que dibujó decenas de veces en el satírico Qué País, una publicación quincenal, que «se dedicaba a darle patadas en la espinilla a este ciudadano» durante los años en los que sostuvo el bastón de mando.
El padre de la serie general en la que también se recogen los rostros, entre otros, del restaurador Santiago Domínguez, de miembros del clero como Rodrigo Bocanegra o de su antítesis (por glamour) Gunilla von Bismarck afirma que este «corpus civil» que ha creado a base de trazos le ha generado un importante dolor de cabeza ante una pregunta recurrente: «¿Y cuándo sale la mía?» Cuestión que «algunos impúdicamente y otros de forma insinuada» han llegado a espetar a la propia cara del artista. Casado responde con su mejor arma, el ingenio. No ha tardado en autocaricaturizarse para acallar bocas junto a tres bocadillos en los que brinda su defensa. «Gracias a los amigos que me hacen el halago de pedirme una caricatura. Ruego un poco de paciencia. Un lápiz no es una Nikon ni una Cánon. Tampoco es que quiera más a los que ya dibujé que a los que aún no. Es que además la caricatura... (...) Pues eso, que esto es como los pimientos del padrón, que unas salen y otras no».
Las caricaturas que sí salen pueden verse en su cuenta de Facebook, donde diariamente actualiza su particular galería. «Tengo que hacer una diaria, pero se tiene que dibujar ella sola. Lo que no hago es buscarla, eso lo hacía cuando dibujaba en la calle. Esa es la razón de por qué es tan aleatoria la selección de personajes», apunta el artista, que sigue engrosando la serie general de gentes de Marbella. «No me pongo límites, voy haciendo y ahí quedan. No tengo una pretensión documental, pero cuanto más material haya, más rica será la panoplia; en el peor de los casos lo que sí va a ser es una especie de directorio de mis amigos», resalta el artista, que tira a lápiz, dibuja a pluma y colorea con un programa informático.
Casado afirma que cualquiera puede ser presa de su arte. No tiene más que añadir detalles que armen el armazón de la caricatura, elementos que a la fuerza recordarán a la persona a la que se quiere caricaturizar. No obstante, confiesa que el mejor dibujo es aquel que nace con un par de trazos, y en este sentido reconoce que las mujeres y los niños son «las peores víctimas». Será por eso que la serie adolece de infantes y se complementa con pocos rostros femeninos. «No sé si será porque voy con más hombres que con mujeres, yo quisiera que fuese al revés bromea, o quizá porque cedo a esa facilidad de la que hablo a la hora de retratar a un hombre que a una mujer».
De momento, según Casado, los caricaturizados se han tomado la empresa con agradecimiento, incluso con humor, siguiendo la estela de las leyendas en clave de chiste que acompañan a algunas de las piezas. «Procuro no hacer sangre, una caricatura puede usarse de muchas ormas, al igual que unas tijeras, que pueden servir para hacer un vestido o para apuñalar con ellas», dice con las herramientas envainadas. «Dibujo para que la gente me quiera. Son caricaturas de premio naranja, no de premio limón», apostilla.
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