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Viajar con los sabores: Hungría, ecos del corazón de Europa

Una cocina centroeuropea con reminiscencias turcas donde la paprika marca la diferencia

Sábado, 25 de abril 2020

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La húngara es una cocina perfecta para el invierno, de culto al guiso, a la sopa y a los dulces, sean caseros o de alguna ... de las magníficas pastelerías de Budapest que mantienen viva la herencia de la repostería imperial austrohúngara o, en el barrio judío, la de la culinaria asquenazí. Pero el condimento más característico de la cocina húngara, la paprika (equivalante a nuestro pimentón), llegó a través de los comerciantes turcos a partir de 1569, igual que recetas como los rollos de col o las paprikas (pimientos) rellenos. La paprika otorga su particular personalidad al gulash, estofado caldoso de carne de vacuno que se come con cuchara acompañado de crema agria. Las versiones secas de este tipo de estofado localmente tienen otros nombres, y la principal diferencia es que admiten pollo, cordero, cerdo o hígado de ganso y se comen con tenedor. Por cierto que Hungría es una tierra orgullosa de su raza autóctona de cerdos, los mangalica, lanudos y criados en extensivo, que genéticamente se relacionan con el cerdo ibérico, pero tienen una alimentación distinta. Otras carnes muy consumidas son el pato o la oca, y especialmente su hígado graso, simplemente a la plancha o confitado en su grasa. Como en otros países fríos, la col es la verdura más consumida en invierno. Acompaña las carnes y asados rehogada con alcaravea, semilla parecida al comino pero más cítrica y anisada. Los húngaros son muy aficionados a las crepes dulces, tradicionalmente rellenas de requesón (más ácido y compacto que el nuestro), nueces o crema de castaña.

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