Papá Piquillo: Gastronomía abierta con un guiño a la chispa malagueña

El nombre, lo han adivinado, es un guiño al añorado Gregorio Sánchez, Chiquito de la Calzada, y a una de sus películas, pero no se lleven a engaño porque ahí termina el vínculo con lo localista o castizo. Los socios promotores del restaurante, cinco amigos aficionados a la gastronomía y a los viajes, han optado más bien por una propuesta gastronómica de corte internacional, urbana y generacional (esto último queda patente en una de sus propuestas estrella: el original 'bollycao' de atún en salsa cantonesa), donde caben desde un khachapuri georgiano (pan abierto o especie de pizza de forma oval) con salsa barbacoa al estilo Joe's y yema de huevo a un guacamole con totopos caseros y granada, una hamburguesa (by Tundra Fusión Burger) o unas falsas natillas de boletus, foie, huevo poché y queso parmesano, y sí, también una castiza rosada frita en salsa de callos, cremosas croquetas de jamón ibérico o patatas bravas. Un atractivo es darles a platos habituales en las cartas un toque personal, y aquí se hace también con la presentación. Las croquetas se sirven en cubos como los de las palomitas del cine, las ensaladas se aliñan en un gran tarro de cristal para después pasarlas a boles de madera.

Y algo muy importante, los camareros conocen la carta y aconsejan bien a la clientela, algo reseñado repetidamente por los visitantes en redes sociales. Papá Piquillo abre desde las 13.00 horas hasta la medianoche de forma ininterrumpida, pero la cocina se toma un respiro desde las 16.00 a las 20.00 horas, franja horaria en la que entran en juego la coctelería y la música acompañadas de algunos snacks, porque el tardeo es una de las apuestas fuertes de Papá Piquillo, incluyendo sesiones de DJ's cuando la situación sanitaria lo permite. Las normas de higiene y seguridad antiCovid se llevan a rajatabla y se prevé ampliar servicio en breve con 'take away' y 'delivery'.