Aunque su tema no es específicamente la alimentación, sino el transporte marítimo de mercancías, el revelador documental 'Freightened' (www.freightened.com) expone uno de los motivos ... de que cada vez tengamos acceso a más mercancías 'low cost' procedentes de todos los rincones del planeta: el coste irrisorio del transporte internacional en gigantescos barcos de carga. Tan barato que hace que traiga más cuenta llevar el salmón criado en piscifactorías escocesas al sudeste asiático para filetearlo y devolverlo al origen listo, que procesarlo allí mismo. O que a la fábrica de conservas local termine comprando los pimientos del piquillo en Latinoamérica aunque nos los venda como producto patrio. Cuando nos hablan de la huella ecológica de los alimentos nos vienen a la cabeza chimeneas fabriles, carreteras y aviones, pero el 90% de todo lo que consumimos se transporta en barcos. En España solo hace unos meses que se ha regulado por ley la obligatoriedad de consignar en los envases el origen de la materia prima de alimentos procesados. Un primer paso todavía muy lejos de cualquier objetivo de transparencia. Por poner un ejemplo, la Unión Europea prohíbe el uso de determinados fitoquímicos, conservantes o aditivos nocivos en la agricultura, en la ganadería o en la industria, pero lo que se utilice fuera de nuestras fronteras es incontrolable. Miguel Ángel Royo Bordonada, investigador del Instituto de Salud Carlos III, afirma en un interesante artículo (en www.theconversation.com), que «la producción y distribución masiva de ultraprocesados es a día de hoy el principal factor causante de la malnutrición en el mundo». Alimentos de mala calidad, con aditivos peligrosos, de difícil o imposible trazabilidad, que están destruyendo la salud de la población más vulnerable, por la sencilla razón de que son más accesibles que los buenos. Y por supuesto, más lucrativos para unos pocos.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión