El Caracol, histórica cafetería de La Victoria, cierra tras un siglo de vida
El negocio ubicado en la calle Cristo de la Epidemia ha bajado la persiana por la jubilación de su propietario
Los vecinos del barrio de La Victoria desayunarán un poco peor a partir de ahora. La histórica cafetería El Caracol acaba de cerrar sus puertas y poner punto y final a casi un siglo de vinculación con la ciudad. El establecimiento ubicado en la calle Cristo de la Epidemia ha bajado la persiana por la jubilación de su propietario.
El Caracol abrió sus puertas en el año 1929 y era el más antiguo de cuantos quedaban en el barrio. Negocio especializado en este tipo de moluscos, durante años fue famoso por contar con su propia granja en un patio interior. Desde 1970 funcionaba como cafetería y presumía de ofrecer los mejores churros tejeringos de toda la zona.
El sábado fue su último día de apertura al público y hasta el local acudieron numerosos clientes de diferentes generaciones fieles de toda la vida. Todos ellos se preguntaban dónde comenzarán la mañana a partir de ahora. Y es que además de por la calidad de sus productos, el establecimiento era valorado por sus clientes por abrir al amanecer y servir desayunos desde las 5.45 horas.
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Al frente del negocio se encontraba Luis Fernández, empresario hostelero que acaba de cumplir 65 años. Ya con la persiana bajada considera que ha llegado el momento de descansar y de vivir la vida, algo que no ha podido hacer durante todos los años que ha estado detrás de la barra (que antes llevaba junto a su hermano Paco, que falleció hace ocho años).
La decisión de echar el cierre no le ha costado en exceso, ya que el empresario reconoce que el barrio ha cambiado mucho en los últimos tiempos y que el negocio no funcionaba tan bien como le hubiera gustado. «Antes la gente hacía la vida en el bar: veía a tomar café y se quedaba viendo la tele, pero todo eso ha cambiado», añade con cierta nostalgia.
Aunque la fecha de apertura no está del todo clara, las primera referencias al señero negocio se remontan al año 1930, cuando aparece por primera vez referenciado en el callejero del Anuario General de Málaga de Valero Enfedaque (que se hizo un año antes).
El negocio fue abierto por Francisco Rodríguez Merino y comenzó funcionando como taberna y granja de caracoles; el plato estrella durante décadas. Tras esta primera etapa, fue regentado por José Arza de Castro (abuelo de la exconsejera malagueña Magdalena Álvarez). La familia Fernández -que actualmente dirige diferentes establecimientos en la ciudad, como el bar Nerva o Araboka- se hizo con la propiedad en el año 1954.
Negocio típico de barrio
El Caracol fue y ha sido hasta el último día un típico negocio de barrio que se ha quedado anclado en el tiempo. «La gente me decía que era muy clásico y yo les decía que eso es lo que hay que mantener», explica Luis, que se ha criado dando carreras alrededor de la barra.
Pese a su tipismo, el negocio ha experimentado dos grandes transformaciones: La primera de ellas, la referida del año 1970, cuando tocó la lotería en el barrio y su padre invirtió el premio obtenido (un millón de pesetas) en darle un giro al negocio. Por aquella época -recuerda- las tabernas proliferaban por todos los rincones (la ciudad de las mil tabernas y una sola librería) y ellos apostaron por los desayunos y los churros. La segunda; en 1992, cuando otro premio, en esta ocasión de la ONCE, les permitió comprar el edificio y ampliar el local con una casa que había anexa.
Ya como cafetería comenzaron a ofrecer los típicos churros madrileños, pero al poco decidieron apostar por los tejeringos, un cambio que les dio fama en toda la ciudad. Tanto es así que durante años fueron prácticamente los únicos de toda la ciudad en ofrecer este tipo de elaboración. «Venía gente de toda la ciudad a por ellos», agradece.
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