Confieso que, a estas alturas, sigo sin entender la situación del Málaga. Acabada la Liga (¿habrá acabado ya?) y conseguido el objetivo de la permanencia, ... agosto debiera ser un tiempo para dedicarse a organizar y composición de la plantilla con altas y bajas ya previstas. Me temo que por delante de eso, los responsables accidentales del club deben andar enfrascados en tareas burocráticas y federativas con implicaciones jurídicas y hasta de banquillos que no son precisamente los de La Rosaleda. Y pasarán los días y seguiremos sin saber si se normaliza la situación del club, con sus limitaciones, sanciones y demás.
Para que se pueda pensar en un equipo, sin altas pretensiones pero que a lo largo de la próxima Liga no nos tenga en vilo por temor a alineaciones indebidas. Y pienso yo: ¿va a permitir la situación epidemialógica de España que pueda iniciarse la nueva temporada? Con normalidad creo que no, porque hoy día parece una quimera que volvamos a ver los estadios llenos ni siquiera medio llenos. El problemón que ha originado el Fuenlabrada puede repetirse en cualquier momento como consecuencia de las promociones que se están celebrando y las que están por llegar; de sus celebraciones y desvaríos basta con echar una mirada para ver el júbilo desatado de equipos y seguidores tras sus triunfos. Y, claro, nada de distancias ni mascarillas. El arreglo dado por la Liga o la Federación para ceder la promoción de ascenso al Elche, seguro que complicará más una situación insoportable.
Y entre tantas cábalas de una temporada oficial que aún no se ha cerrado y otra que está por empezar, fútbol europeo a escena. Confiemos en que todo se desarrolle con normalidad. Volviendo a casa, al Málaga que nos toca, hago notar una circunstancia que nos lleva a un pasado no muy lejano. Tres entrenadores que dirigieron al Málaga en el tiempo anterior a tantas desdichas, vuelven a los banquillos y casi cogidos de la mano: Pellegrini al Betis, Muñiz al Alavés (hasta que acabó la temporada) y Javi Gracia al Valencia. Tres eran tres y sin duda, también otros tiempos. Que no están tan lejanos. Y que podrían y deben volver.
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