Nunca en la vida, en la mía, en la nuestra, en la de todo el mundo, se nos había presentado una ocasión más propicia para ... hacer una larga e intensa reflexión. Veinticuatro horas cada día, muchos días, es mucho tiempo disponible para compartirlo exclusivamente con la familia, jugar y estudiar con los hijos, cuidar el aspecto físico y, cómo no, hacer un examen de conciencia sobre lo que hacemos bien o mal. Los deportistas ven rotas ya muchas ilusiones, desde los campeonatos internacionales de motociclismo, de atletismo y de tenis hasta los que soñaban con los Juegos Olímpicos, y los futbolistas, que han perdido varias competiciones, la Champions y la Eurocopa entre ellas. Y conste que me refiero exclusivamente a los deportistas, que hay una gran cantidad de gente que ha perdido y perderá muchos más.
Es momento, creo yo, de recapacitar sobre las cantidades que giran alrededor de los futbolistas. Los responsables del Barcelona andan estos días de 'recogimiento' tratando de hacer caja ofertando a algunos de sus jugadores como única posibilidad de seguir adelante tal es el agobio económico que les asfixia. Son numerosos los clubes a los que les aterra la posibilidad de reanudar las competiciones a puerta cerrada. Y mientras tanto, jugadores que han llegado a influir en la bancarrota de algún club que otro se escapan en plena pandemia a otros países, burlando todas las prohibiciones oficiales y las de su propio club. Claro que los hay que se ejercitan en los gimnasios de su propio hogar, en sus jardines o entre las cuatro paredes de su piso. Cada uno en lo suyo. Por otro lado, los dirigentes del fútbol español siguen a la gresca, con Rubiales nervioso e inquieto porque se le complican esas elecciones cuya fecha precipitada era el ardid principal para ganar a Casillas. Paralelamente, Tebas se mantiene enfrentado a Rubiales en una guerra ensordecida ahora por las circunstancias pero que, sin duda, no beneficia nada a las relaciones entre Federación y LaLiga y de la que sabremos cuando el dichoso virus sea sólo un mal recuerdo. Pero, de momento, toca esperar. Ojalá sea por poco tiempo.
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