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Pellicer, en la entrevista. Málaga CF
El Pellicer más humano: «Todos los días me paro y me quedo mirando al campo de la Virreina»

El Pellicer más humano: «Todos los días me paro y me quedo mirando al campo de la Virreina»

El Málaga, con motivo de los 150 partidos del castellonense en el banquillo, publicó una entrevista de lo más personal, donde habla del ascenso, el sufrimiento, su familia, su 'staff' y la cantera

Nacho Carmona

Málaga

Viernes, 10 de enero 2025, 14:45

Suena 'Un velero llamado Libertad', obra de uno de los grandes iconos musicales que tiene la Terreta, una tierra que Sergio Pellicer presume y pasea por orgullo. Su primera casa, porque su segundo hogar hace ya tiempo que es Málaga. Con motivo de sus 150 partidos como entrenador blanquiazul, el club publicó este viernes la que probablemente sea su entrevista más personal. Empezó contando una anécdota de su etapa de jugador, también en Martiricos: «Se iba un extremo y pasó el balón, pero no el rival. Desde ahí me apodaron 'torito'». Esa fue su primera jugada como blanquiazul, su primera aventura lejos de Castellón.

«Desde el primer momento sentí mucho cariño por parte de la gente del Málaga, que es muy calurosa y te hace sentir como en casa. Mi familia es de aquí. Soy un malaguista más, lo vivo con pasión y lo gestiono de una manera completamente diferente a la que haría en otro club», expresa. El Pellicer que llegó como jugador, asegura, no se parece nada al de ahora. «Recuerdo que cuando debuté aquí, en Segunda B, había 20.000 personas», recuerda con fascinación, a la vez que valora la ilusión que está generando el malaguismo entre los más jóvenes.

Con los años, tras colgar las botas, regresó a Martiricos para conocer con sus ojos como funcionaba la cantera. «Todo esto se fragua por haber vivido desde el campo de la Virreina, haber pasado todas las etapas y haber visto muchos futbolistas. A nivel profesional y personal, (el Málaga) me lo ha dado todo». La nostalgia hace que todas las mañanas pase por el campo de la Virreina. Esa fue una de sus confesiones en esta entrevista: «Antes vivía en Santa Paula y ahora, en Churriana, y todas las mañanas me paro y me quedo mirando. Siempre hay que recordar de donde uno viene».

De su cuerpo técnico, sus compañeros de aventuras, afirma que «lo bonito es el sentimiento de pertenencia». De Manolo Sánchez, su segundo, dice que es el hijo que nunca tuvo: «Sólo tengo una hija, de 18 años, y a Manolo lo quiero como un hijo. En un futuro no muy lejano va a ser un gran entrenador». Aprovechando la tesitura, se refirió de forma individual a algunos de los miembros que componen su 'staff': «Julio (preparador físico) y Lizana (readaptador) se vinieron conmigo en el filial, a Caco (entrenador de porteros) no lo conocía y estoy encantado con él. Juan (analista) es uno más de la familia y estuvo conmigo en el Fabril. Se generan vínculos porque todos somos gente que queremos al Málaga».

Su familia

Visiblemente emocionado, reconoce que en Málaga gestiona todas y cada una de las situaciones que se le presentan con el corazón. Desde sus entrañas. «Soy mucho más directo y hablo mucho más con el corazón. Cuando viene un entrenador de abajo, o tienes mucha personalidad o eres muy convincente. Ellos vieron, en nuestro caso, que se nos iba la vida en esto. El de la pandemia fue un año muy difícil y muy exigente. Era un grupo con mucha hambre, como este que tengo ahora», dice. Paró, asegura, porque lo necesitaba. «Tenía que poner en valor y por delante muchísimas cosas. Cuando llegas a ese punto obsesivo, a veces también tienes que poder pararlo. Fue una decisión difícil y dudosa, pero me arrepentí», reconoce, a la par que asume que su trabajo apenas le deja tiempo para dedicar a su hija y a su mujer. Así radiografía a su familia: «Mi mayor debilidad es mi hija, a Celia (mi mujer) la conocí aquí y su familia es como si fuera mi familia de sangre. A veces no les doy el tiempo que merecen».

La temporada del ascenso fue, para él, un momento, muy difícil. «Llegamos, luchamos, lo intentamos... Era un reto. Creo que era un año muy importante porque la situación, si no se conseguía, era insostenible. Pasé momentos muy difíciles, incluso peores que en el año del descenso. Supimos tener esa capacidad de humildad. Sabíamos que íbamos a tener esa oportunidad». Sonriente y satisfecho por lo logrado, relata cómo vivió ese momento: «Le dijo a Alfonso que subiera, que si marcábamos íbamos a ascender. El fútbol tiene estas cosas de creer. Ocurrió de una manera que creo que ninguno vamos a olvidar». Al malaguismo sólo le pide que le recuerde, en el futuro y el día que ya no esté, como un malaguista más.

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