Secciones
Servicios
Destacamos
Memoria, compromiso y fe, lo que coincide con las iniciales del Málaga Club de Fútbol. En un verano marcado por el tope salarial, la escasez de fichajes y la necesidad de completar una pretemporada muy extraña, expuesta a los sobresaltos, la plantilla siempre ha dado el callo. No se rajó en las duras palizas en La Quinta, no lo hicieron ninguno de los futbolistas de futuro dudoso. Nunca se vio mal ambiente, al menos de puertas hacia afuera, ni nadie perdió la compostura en sus declaraciones públicas, aunque el club minimizó la exposición de ellos en las últimas semanas. Profesionalidad ante todo.
Sin embargo, la mejor expresión se vio ayer en los Campos de Sport de El Sardinero, en un partido condicionado totalmente en su desarrollo por las vicisitudes extradeportivas. Como si el propietario del Málaga no hubiese tenido tiempo para ello en las últimas semanas, el equipo y el cuerpo técnico estuvieron hasta los últimos instantes previos a partir hacia el estadio pendientes de si era oficial el traspaso de Ontiveros al Villarreal y se podía contar con Cifu y Okazaki.
Pero los dos planes de partido se quedaron al final en uno solo, el más difícil todavía. El Málaga partió con nueve profesionales, pero con dos de ellos muy mermados. Luis Hernández llegaba a la cita con sólo cinco sesiones de trabajo con la plantilla, tras una pretemporada al margen con un esguince de rodilla, y aguantó 23 minutos. Lombán evidenció sus molestias en la misma articulación todo el primer tiempo y ya no salió en el segundo.
Ni el Reus
El Málaga estuvo obligado a hacer lo que no necesitó el Reus en toda su agónica primera vuelta del curso anterior: jugar con siete profesionales en el campo, ante un evidente riesgo de alineación indebida. Con una expulsión o lesión de alguno de ellos se hubiera llegado a este extremo. Y también se sobrepuso a ello de una manera admirable, pese a unos minutos de KO en el arranque de la segunda mitad. El equipo era consciente en ese momento de sus limitaciones en el campo, pese al once contra once. Una simple roja hubiera precipitado los acontecimientos.
Tampoco Víctor tenia el margen habitual para corregir cosas en su equipo. Una vez entrado al campo Luis Muñoz por Lombán al descanso, sólo le quedaba margen para suplir a Keidi o a Hugo, a nadie más. Y, lógicamente, no debía apurar esa sustitución, sino esperar a cerca del final, como sucedió. Lo normal en cualquier partido oficial es que el entrenador puede hacer retoques tácticos con los cambios o que se pueda sustituir a un jugador agotado. Ayer no era el caso. Y el Málaga, que partió con un 5-4-1, y con jugadores fuera de su puesto más natural, como Hugo, tuvo que cambiar pronto al 4-4-1-1. Y tuvo que sobreponerse a la presencia de dos debutantes en la categoría y con el primer equipo, Ismael y Ramón. Definitivamente, en el verano más difícil que se recuerda, la plantilla se reivindicó en el campo. Donde vale.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Lunada: el peligroso paso entre Burgos y Cantabria
BURGOSconecta
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.