Aduras penas. Contra viento y marea, la temporada futbolística del Covid-19 ha tocado a su fin. Ya tenemos al Bayern ganador de la Champions; ... al Sevilla, campeón de la Euroliga, y al Elche, nuevo Primera División como sorprendente ganador de la quiniela que deparó el final de la Liga en Segunda. Nada que objetar al triunfo de los alemanes en la máxima competición europea, menos todavía al nuevo triunfo sevillista en 'su' torneo (uno y otro han conquistado sus respectivas copas por sexta vez), pero discutible la opción bien aprovechada por el equipo ilicitano, que, en su momento final, no estaba en el paquete de clasificados para la promoción de ascenso; aunque, todo hay que decirlo, fue el mejor de la liguilla.
Y mientras todo eso parece finiquitado, el Málaga mantiene su línea de incertidumbre, de frenos y reveses que le impiden componer un equipo con ciertas garantías, por obra y desgracia de un jeque que se hizo con el club con engaños de grandeza y ahora no se va porque no quiere. A personas como él, que se resisten a no abandonar la propiedad que no les corresponde, en este mundo en el que vivimos se les llama 'okupas' y, desgraciadamente, ese es el mal que más nos aflige ahora a los españoles por si la pandimia no fuera bastante. La jueza que lleva el caso en los tribunales parece tenerlo bien claro aunque la parte contraria se las apaña exclusivamnte para ganar o perder tiempo, según se mire, que es lo que necesita el club, que sigue maniatado ante la nueva temporada que ya está ahí. Es lamentable que con varios grupos inversores interesados en la compra del club pueda perderse la ocasión. Ojalá ese triunfo ante el Valladolid en el primer amistoso de la pretemporada sea el augurio de un nuevo Málaga que, por lo visto, mantiene lo mejor de la pasada campaña. De cómo se va a desarrollar esta nueva temporasa es harina de otro costal. Quedamos a la espera.
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