Ahora o nunca, sí. Es lo que debió de pensar Messi nada más acabar el encuentro con el Nápoles. En una sola tacada, a la ... vuelta de la pandemia, bien puede decirse que la Champions se ha quedado huérfana de sus dos mejores alicientes: el Real Madrid, al no haber podido remontar ante el City, y Cristiano Ronaldo, al que le faltó un gol para mantener viva a la Juventus. Y una Champions sin el el equipo trece veces campeón y sin uno de los dos mejores jugadores del mundo pierde mucho de su relieve. Por eso, Messi ve ahora más que nunca culminar el sueño de alzar la copa de un torneo que últimamente se le resiste. Aunque cuidado: el viernes le espera en Lisboa el Bayern Múnich, que, francamente, se me antoja tan insuperable como hubiera podido serlo el Madrid de Zidane, otro de los grandes ausentes en esa fase final de Portugal. Además de todo esto, es evidente que son bastantes los ausentes que, como consuelo, podrán disfrutar familiarmente de unas vacaciones necesarias cara a la próxima temporada, que ya está ahí. ¡Y qué próxima temporada! El maldito virus se resiste a dejarnos, el temor de una nueva oleada nos atenaza y, sin duda, mantendrá un régimen especial que puede seguir afectando a los estadios, que no sabemos si se llenarán o no. Yo me temo el no. Porque los dos casos detectados a última hora en el Atlético de Madrid complican las cosas todavía más.
En cuanto a la Segunda División, la nuestra, ofrece un panorama desolador, incluso resuelto ya (o quizás por eso) el discutido encuentro Deportivo-Fuenlabrada. Se mantienen las quejas del club gallego, el Almería pide 24 equipos en la categoría, el Zaragoza aboga por que no haya promociones y, en fin, esto parece un huerto sin amo. Lo previsible es que todo se mantenga como está planeado aunque el ambiente sea de lo más tenso y menos deportivo que pueda esperarse. Mientras tanto, el Málaga sigue en lo suyo, que se parece mucho a lo demás, sin que se vea una salida decorosa al conflicto institucional, económico y judicial que le permita competir con cierta garantía. No perdamos la esperanza. En definitiva, es lo único con lo que contamos.
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