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SALVADOR SALAS
El Málaga, una mecha sin pólvora

El Málaga, una mecha sin pólvora

A las acciones de los jugadores de calidad les faltaron rapidez y profundidad

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Lunes, 11 de noviembre 2019, 01:03

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En la resaca de la celebración de los 30 años del derribo del muro de Berlín, el Málaga sigue sin poder con el suyo, cimentado esta vez por un rígido Fuenlabrada. El equipo madrileño dio una lección de orden. Pero una vez sumado el condicionante del rival, los blanquiazules volvieron a presentarse sin referencia en ataque y con sus dos máximos goleadores de baja por lesión (Sadiku y Adrián) para certificar su condición de segundo peor realizador de la Liga con solo once goles en 15 partidos, uno más que el Albacete, que aguanta aún por su también extraordinaria defensa. Pero esto no es una novedad en la actualidad blanquiazul.

En cambio, sí lo fue la falta de profundidad a pesar de sumar a todos los jugadores de talento del equipo. Dani Pacheco, Hicham, Antoñín y Juanpi fueron protagonistas por desplegar un repertorio de regate y desborde estéril, insuficiente para fabricar ocasiones nítidas para el gol. En pocas secuencias tuvieron opciones claras de marcar. Quizás la única fue la que disfrutó Diego González, y no deja de ser una jugada más fortuita que de elaboración. En acciones de juego, el Málaga siempre se chocó contra la defensa oponente.

La incomodidad de Pacheco

«Nos ha faltado claridad y rapidez en la circulación de balón. Es un punto que sabe a poco porque en casa siempre hay que ir a por los tres puntos», empezó valorando Dani Pacheco tras el partido, que explicó con detalle su participación en el encuentro de ayer: «Lo de estar abierto pegado a la banda son órdenes del míster. Quiere que estire el campo, que lo haga grande pegado en la línea, pero para eso hace falta que los balones lleguen hasta ahí con más rapidez. Durante el partido me impacientaba un poco con eso y hay que trabajar para que los de arriba tengamos aún más el balón», reflexionó el malagueño sobre la que es la principal frustración del vestuario. El único problema al que apunta el entrenador, Víctor.

Juanpi, otro de los efectivos en el ataque malaguista del que partían la mayoría de las acciones ofensivas del Málaga, tildó el partido de «rocoso». El venezolano volvió a demostrar que su potencial está por dentro, y que cuando se sitúa en banda deja de aportar el nivel suficiente. «Intentamos jugar porque ellos solo tuvieron pelotazos arriba y poco más. Su estilo nos hizo tener mucho la pelota, pero llegamos seis veces y ninguna la pudimos meter», dijo en su visión de los hechos el medio punta, de vuelta tras varias jornadas fuera de los planes del equipo. Destacaron también Antonín e Hicham, con desborde cuando actuaban desde la banda.

Quedó patente que ellos sí están creados para vivir en la línea de cal. Tienen ese arte de funambulistas que se diluye cuando tiene que bregar con las torres defensivas. En el cuerpo a cuerpo, hasta Antoñín, que a pesar de su potencia salió despedido en alguno de los choques con su par. Faltó aquí una reacción desde el banquillo para intentar buscar apoyos en el área rival sumando altura y potencia, aunque a costa de limitar otras zonas. Porque fue un continuo chocar contra un muro que pretendía no romperse a base de filtraciones. Quizás se echó en falta jugar alguna carta como el juego aéreo.

SALVADOR SALAS

La eficacia de la pareja con Luis Hernández y Diego González

El Málaga no terminó de encontrar los huecos del Fuenlabrada, pero el equipo madrileño tampoco creó excesivos problemas a la zaga malaguista. Y aunque ya era previsible que los del sur de Madrud no tenían en sus planes dominar la posesión, amenazaban con un contragolpe basado en la rapidez de Nteka y Anderson y la efectividad de Hugo Fraile. En esa labor destacó la pareja Luis Hernández-Diego González. El gaditano, que recibió al principio algunos pitos, los disipó pronto haciendo un partido muy completo. Sin complicaciones, acertando en sus decisiones y cumpliendo en todas las anticipaciones. Incluso pudo hacer el gol del partido.

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