Si los resultados de los partidos se computaran hasta el minuto 90 (sin añadidos) quizás veríamos otra Liga. De un tiempo a esta parte proliferan ... los goles incluso en el llamado tiempo extra. Y sin ir más lejos ahí está nuestro Málaga, que esperó al minuto 92 para darnos el alegrón, o la Real Sociedad, que, también en el minuto 92, salvó un punto cuando el Villarreal ya festejaba su triunfo. Y así varios casos más, en Primera y en Segunda, para lamento o alegría de unos y otros. Si repasamos todas las jornadas ya disputadas veremos que muchos partidos se han resuelto a partir del minuto 80, a partir del cual la emoción sube de tono entrando en un breve pero intenso periodo que podría definirse como los minutos de la muerte, temidos por todos. Antiguamente, cuando el tiempo no se contabilizaba a la vista de todos, esos alegrones o goles por sorpresa solían darlos el entonces llamado 'gol del cojo'; o sea, los que marcaba aquel jugador lesionado al que el entrenador solía colocar al borde del área contraria «por lo que pudiera caer». Los cambios tardarían muchos años en producirse. Ya van por cinco y aun así a veces parecen pocos. En ocasiones trato de indagar en el porqué de esos goles tan decisivos como tardíos. Y deduzco que en los momentos finales, cuando todo parece perdido, o ganado, los jugadores se desprenden de ese corsé que la táctica o la estrategia les ha oprimido. Y todos a una van en busca de la portería contraria. En ocasiones, con el mismo portero yendo al remate como última posibilidad de que su equipo acierte con el gol salvador.
Si echamos una mirada a nuestra Segunda División parece aclararse el panorama en el sentido de que Mallorca, Espanyol y Almería parecen jugarse el ascenso directo, con un Málaga situado en zona tranquila pero que en dos jornadas puede pelear por un puesto en los 'play- off' o verse de lleno en el lío del descenso. Alejarse de esta posibilidad es lo que parece más lógico si Pellicer y sus jugadores no espabilan a tiempo. Que salten al césped con mentalidad de marcar cuanto antes y, por favor, que no lo dejen para el final. Ese método funciona unas veces bien y otras en contra. Portería contraria sólo hay una. Vayamos en su busca.
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