La normalidad es un modo de vida y un estado de ánimo de la que apenas queda ya el recuerdo. Si en nuestra vida cotidiana ... actuamos con otro modelo de actuación ya me dirán cómo hay que aceptarlo en el fútbol donde sus mandos no saben por donde ir. Y digo todo esto porque despachada ya la cuarta, quinta u octava jornada (que tampoco sabe uno por dónde va) las clasificaciones nada tienen que ver con las que eran habituales a estas alturas de la Liga.
Resulta hasta raro que Barcelona, Sevilla y Valencia figuren en la clasificación a partir del puesto 12, por debajo de Osasuna, Cádiz, Elche y demás con la Real Sociedad en cabeza. Sin duda son otros tiempos y posiblemente por este nuevo modo de vivir que se nos ha impuesto. Eso referido la Primera División, la de los grandes. En Segunda, la situación parece más aceptable con el equipo que ha partido como favorito al frente de la clasificación y con el Málaga en una posición de, la cuarta, que ya no recordábamos. Lo importante ahora es que Pellicer y los suyos no pierdan comba y sepan y puedan mantenerse con esa holgura. Somos conscientes de que están por llegar encuentros muy comprometidos pero también de que el equipo está en una buena honda para capear temporales. En Mallorca, el jueves, el equipo malagueño tendrá la oportunidad de medir sus fuerzas a otro de los que, al final, pueden estar en el paquete de aspirantes al ascenso. Y el Español aguarda turno.
La pena de todo esto es que los aficionados no puedan disfrutar en el mismo campo de las alegrías que está dando el equipo, que tendrá que perder partidos pero siempre con la vista puesta en ganar el siguiente. En la vida cotidiana el panorama es más que preocupante y, sea como sea, hay que procurar adaptarnos a todos los protocolos que nos pongan por delante.
Y con el propósito de colaborar socialmente, cada uno, para que podemos salir adelante. Al fin y al cabo, el fútbol puede ser la espita o el paréntesis a tantos problemas cada día.
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