Desde hace unas semanas estamos asistiendo a un fútbol de locos. Somos pocos los que sabemos qué hora es y lo que vamos a ver. ... Resulta confusa una serie larga de partidos en los que se mezclan sucesivamente encuentros de la UEFA, Champions, Copa del Rey y otros de Liga, unos de Segunda División y otros de Primera, suspendidos en su día, ya fuera por el Covid, el mal tiempo o por ausencias de determinados jugadores participantes en la Copa de África o eliminatorias del próximo Mundial. Un desbarajuste, al que se pueden añadir lesiones, incidencias y hasta clausuras de gradas en más de un estadio. Una locura, repito, que los futbolistas no cesan de denunciar. Y en ese estado de cosas se han ido produciendo sorpresas e incidencias que han dejado por el camino a los más grandes de nuestro fútbol. O sea: Barcelona, Atlético de Madrid, Sevilla y un Real Madrid que, eliminado de la Copa del Rey, continúa vivo en la Liga y en Europa. Siguen manteniendo el tipo en semifinales de la Copa dos históricos de esa competición, Athletic de Bilbao y Valencia.
Y llegamos a lo más destacable, quizás lo único bueno de estas semanas de convulsión: Betis y Rayo en la otra semifinal. Han demostrado ser los más listos de la clase, con dos grandes maestros al frente. Viene a ser como una rebelión de los más modestos, que no sólo aspiran a ser campeones de Copa, sino que son la revelación en el campeonato liguero. Con la satisfacción al margen que supone el exito del malagueño Juanmi en su condición de máximo goleador en ese Betis revelación del que tanto se habla. Y, claro, cuando miramos a nuestro Málaga nos invade una pena infinita, más acuciante cuanto más nos acercamos al final. No nos queda más remedio que esperar a que la flauta suene un día, que la justicia aclare y resuelva para soltar las amarras de un Málaga C. F. del que puedan disfrutar los malagueños.
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