Una semana más, y habrá unas cuantas más, nos mantenemos bajo la espada de un virus al que hay que derrotar, sea como sea. España ... está en paro forzoso y el deporte ha visto rotas ya muchas de sus ilusiones con los Juegos Olímpicos, los Europeos de atletismo y de fútbol suspendidos y, en fin, un gran número de atletas campeones deportistas que ven rotas sus ilusiones de medallas y títulos después de años de preparación. Y el fútbol, por supuesto, el exponente más claro del parón universal. Por eso, cuando me pongo ante el ordenador, los dedos se me van a teclas que buscan unas palabras (virus, pandemia, mascarillas o respiradores) que algún día la RAE determinará como palabras más usadas en el año 2020. Conclusión positiva y destacable, la solidaridad de la ciudadanía y bellos gestos de ayuda de grandes y numerosos deportistas.
Pero el fútbol, que es lo que más suena, anda liado en una guerra de discusiones y enfrentamientos que parecen no tener fin. Unos están por acabar la Liga, otros no; unos admiten rebajas en sus salarios, otros no; hay futbolistas que se escapan de sus clubes y van a sus países de origen, y el zafarrancho se extiende a niveles superiores (AFE, LaLiga y FEF) sin que nadie sepa la hora que es. Y por si fuera poco, Iker Casillas, muy activo en su campaña electoral, apunta la idea de una próxima temporada en año natural (enero a diciembre de 2021) que al mandamás Tebas no le gusta. Pero la cosa no queda ahí porque, mientras tanto, los clubes descubren su otro lado: el Barcelona, por ejemplo, deja ver sus miserias económicas y pone en el expositor a algunos de sus jugadores que puedan aliviarle en su tesorería. Mientras tanto, la mayoría de los clubes se deciden por el ERTE, una solución que hasta ahora no se había vinculado al fútbol. Una prueba más de que el fútbol es mucho más que un deporte. El Málaga parece que se limita a verlas venir. Y de cuál va a ser su futuro ya sabremos en otro momento.
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