EL MAL FARIO NOS APABULLA

Cualquier aficionado a esto de la pelota de cualquier punto de España, al mirar la alineación inicial del Málaga, está en pleno derecho de pensar que cómo es posible que este equipo, hombre por hombre, esté en la zona baja de Segunda con la de equipos tan malos como hay. Pues es así, en parte por la desgracia del propietario presidente que tenemos, en parte por un entrenador, Víctor Sánchez del Amo, que salió por motivos extradeportivos cuando debió haberlo hecho por sus malos resultados.

Sea como fuere, seguimos en la mediocridad y en peligro. El Málaga perdió ante el Mirandés un triunfo que lo tuvo en la mano y mereció, pero una extraña acción de un Munir que esta temporada no está muy fino que digamos, y posteriormente un penalti absurdo de Juan Carlos tras un despeje pifiado le dieron alas a los visitantes, que durante muchos momentos estuvieron totalmente desarbolados y que se salvaron por la falta de contundencia y de puntería ante el marco rival de los malaguistas.

Pellicer sorprendió con Antoñín en el banquillo e Hicham de titular. La receta le dio éxito y tuvo en jaque a los mirandeses, que sin embargo recibieron el oxígeno inesperado por medio de un Renato que pide a gritos un tiempecito en la grada a ver si es posible que aclare sus ideas porque el fútbol también es decisión y sangre. Un Adrián recuperado daba un plus, pese a que el capitán no están aún al cien por cien, pero se notó. Todo lo bueno no fue suficiente para combatir dos errores infantiles y el mal fario que nos apabulla.