El éxito de la Grada de Animación del Málaga

Que hoy por hoy la Grada de Animación del Málaga es la mejor del fútbol español es algo incuestionable e irrefutable. No existe otro campo en el que al término del encuentro se viva tal comunión entre el equipo y su grupo más numeroso de aficionados. Ya suscitó numerosos elogios la despedida del sector de Gol a los jugadores y al cuerpo técnico tras el varapalo en los 'play-off' de ascenso hace tres temporadas, pero en ningún recinto se ha vivido un regreso tan emotivo y con tanta fuerza de los seguidores a un recinto deportivo. Alguno esgrimirá que la sucesión de resultados favorables contribuye a ello, aunque conviene incidir en que en algunos encuentros en La Rosaleda ni la imagen ni el juego ni el desenlace han sido los deseados (por ejemplo, frente al Mirandés o al Zaragoza).

Es obligado contextualizar el éxito de la Grada de Animación porque pocos veían futuro a la creación de este sector de apoyo cuando LaLiga aplicó la nueva normativa de seguridad en los estadios y obligó a prescindir de 'La Curva' –donde estaban ubicados los Malaka Hinchas– y a cambiar de ubicación, de Fondo a Gol, al Frente Bokerón. Se habló entonces de cierta rivalidad entre ambos grupos, de manifiestas discrepancias, de egos, de afán de protagonismo, de ansias de liderazgo... Pero al final se ha demostrado que por encima de todo están el Málaga, el equipo, los colores, la identidad... Hoy por hoy hablar del Frente o de los Malaka resulta absurdo porque, independientemente de que cada uno de ellos tenga su sello, se han fusionado en la práctica en un altavoz que hace volar a los jugadores blanquiazules, que contagia al resto del estadio (porque es injusto afirmar que la afición es sólo la Grada), que intimida a los rivales y que es el mejor ejemplo para todo el fútbol español. Esa 'fusión' ha supuesto un éxito para el Málaga y supone no pocos puntos para el equipo.

Ver al Tenerife empequeñecido hace una semana (pese a su enorme fortaleza) o a Las Palmas sin intimidar a Dani Martín desde el minuto 46 (porque el gol llegó en una grave metedura de pata de Peybernes) es tanto un mérito incuestionable de los jugadores como de un estadio volcado a la hora de alentar a los suyos y de presionar a los visitantes. ¿Acaso fue comparable el rendimiento ofensivo del cuadro grancanario en la primera parte a la segunda, esta cuando atacaba en la zona de la Grada? El gesto de Antoñín el sábado, una vez conseguido el gol (a la postre el del triunfo), fue elocuente: con la mirada fija en la Grada de Animación le dedicó con sus dedos índice ese tanto a centro de Brandon. Ese ambiente inenarrable que emana desde detrás de la portería de Gol fue la mejor fórmula para hacer cantera de aficionados entre los más pequeños justo el día en el que se repartieron 7.000 entradas por el Día de la Infancia. Que nadie lo olvide.