Las anécdotas del día de los test en el Málaga

Un día singular, que recordaba a la sensación de una vuelta tras las vacaciones, porque además acompañaba el calor y los jugadores sacaron sus bermudas, y en algunos casos hasta bañadores. Y las gafas de sol. Pero además de esto, se daron algunas anécdotas concretas, y muy curiosas. Por ejemplo, la llegada atronadora de una Harley-Davidson. Y un piloto de negro tapado por el casco, las gafas y la mascarilla. Era Manolo Gaspar, el director deportivo. Aunque para los que le conocen, era perfectamente reconocible. Su estilo es propio.

Poco después llegó el administrador judicial, José María Muñoz, dispuesto a otra larga jornada de trabajo. Y entre todos los coches particulares, un taxi, el que transportaba a Hicham, que fue el único que llegó como pasajero. Porque como copiloto lo hizo el portero canterano Dani. Al joven sueco, internacional sub-18 con su país, le trajo su padre desde San Pedro. Resulta que aprobó el carnet de conducir dos días antes de que se decretara el estado de alarma y apenas pudo pobrarse como conductor. Por eso, su padre le acompañó esta vez para nada saliese mal. Viene en la genética nórdica lo de ser precavido.

También llegó acompañado Renato Santos, quien trajo a sus hijos con él porque venía de pasar justo antes por el pediatra con ellos. Los herederos del malaguista se quedaron en el coche mientras su padre pasaba las pruebas. Fue uno de los más rápidos en despachar los trámites. Y es que algunos tardaban poco y otros se quedaron varias horas dentro. Sobre todo los capitanes: Adrián, Luis Hernández o Lombán, que estuvieron hablando con el técnico, Sergio Pellicer.

De los rápidos, destacaron los canteranos. Como el novelísimo Quintana, que llegó desde su Villanueva del Trabuco para pasar con ilusión estas pruebas, la antesala de entrar en la dinámica del primer equipo. Su incorporación a la lista para esta vuelta a los entrenamientos fue la sorpresa entre los candidatos del filial que optaban a ascender con los mayores. Sus nervios de la primera vez en este caso constrastaron con el aplomo que demuestra en el campo.

Menos nervios mostraron ya lo canteranos acostumbrados a estar con la primera plantilla. Como Ramón, Ismael, Juande o Julio. Los cuatro, por cierto, son nuevos compañeros de piso desde hace unos días. Y es que con la crisis del coronavirus la mayoría de los canteranos abandonaron en su momento las residencias y los pisos de alquiler donde se alojaban para irse a sus casas de origen, y para este regreso al trabajo se han ido a vivir juntos.

Y el título de despistado fue para Diego González. El central, muy simpático en sus entradas y salidas, y con una risa característica, tuvo que ir a La Rosaleda por segunda vez porque en el primer viaje se le olvidó recoger la ropa para los entrenamientos. Todo esto en una mañana frenética, con llegadsa constantes de vehículos, furgonetas repartidoras y hasta un motorista con comida a domicilio. Este miércoles también tocaba quedarse a comer en el trabajo para los principales responsables del equipo... y es que al final, todo este lío de los test ha sido un nuevo imprevisto que gasta energías y necesita de un sobreesfuerzo obligado para no dejar de lado la tarea más importante: la viabilidad económica y deportiva del club.