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A mí sigue viniendo

ANTONIO AGUILERA

Domingo, 5 de enero 2025, 01:00

Hemos vivido estos días la conmemoración de un acontecimiento histórico: el Nacimiento de Jesús. Hemos revivido aquellas escenas de Belén, de un pequeño niño entre pañales, de unos padres pobres pero llenos de ternura, de unos pastores, de unos ángeles que cantaban «Gloria a Dios ... en los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad», de una Sagrada Familia... Y nos hemos dicho: Dios se ha acercado a nosotros, los hombres. Y lo hemos admirado, y lo hemos adorado. Hoy, el evangelista Juan nos invita a profundizar más en el misterio de Jesucristo, a ir a lo más profundo de su persona, y así nos habla de su existencia desde siempre y de su naturaleza divina: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios»; de su papel en la creación: «Por Él se hizo todo, y sin Él no se hizo nada»; de su misión reveladora: «Él es la luz verdadera que alumbra a todo hombre». Y en ese desvelarnos Juan el misterio más profundo nos provoca poniéndonos frente a Él: ¿Cómo hemos recibido a este Dios que se ha humanado? Y hubo respuesta doble... Una muy desacertada: «Vino a su casa y los suyos no lo recibieron». Y otra acertada y feliz: «Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios a ellos, que creen en su nombre».

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