El perro tirado a la basura en un saco recibe el alta y ya tiene un nuevo hogar

"No es que esté fatal, es lo de después", se lamenta Inma Laure, la responsable de su cuidado. Y es que su cuerpo está plagado de quemaduras y llagas: "Lo intentas acariciar pero no hay una parte que no tenga pupas", y señala a una fea marca en el cuello de una correa. "Es como si en los tres meses del confinamiento no hubiera podido comer ni beber, me da mucha pena". Laure tiene una empresa de reformas y decoración y vive en una casa con jardín cerca del faro de Calaburras, en Mijas, junto a sus hijos Nacho y Rocío.

La empresaria ya tiene experiencia en esta faceta, por eso no se lo pensó. "Me enteré por un artículo de SUR que me llegó a través de las redes sociales, ¡se me cayó el alma a los pies! Hablé con la Protectora y me ofrecí a acogerlo, no puede estar en un chenil y necesita muchos cuidados, amor... ¡Y hasta seis medicamentos que tengo para darle al día!", exclama.

En estos momentos también tiene otra perra acogida, que se irá pronto con una familia en Alemania. "Allí recogen nuestros desechos, porque nosotros tratamos a los animales como si fueran basura", sentencia, con dureza. Además, convive con otros tres perros propios: un mix de rottweiler que llegó tras las inundaciones de hace tres años, y que se llama Django; Brandy –la primera que adoptó– una bodeguera que tiene los ojos operados por úlceras y con leishmania; y Kitty, una podenca a la que unos vecinos de la zona iban a abandonar "y se quedó con nosotros". Aunque reconoce que son muchos, dispone de sitio suficiente.

Sobre la estancia de Ulises, Inma Laure aclara que se quedará con ella "hasta que se cure". Los canes tienen una gran capacidad de recuperación frente a situaciones como esta, pero al menos necesitará un par de meses hasta que todas las heridas cicatricen y pueda recuperar la movilidad autónoma. "Todavía no anda apenas, ni siquera puede ponerse en pie sin ayuda, se cae tras dar unos pocos pasos", se lamenta la voluntaria. También debe tener mucho cuidado con la comida, que es especial: "Tiene mucha hambre, come con ansiedad pero hay que darle poco a poco por su estómago". De salir a pasear todavía ni hablar.

Julia Cobaleda, coordinadora de voluntarios de la Protectora de Animales de Málaga, aplaude el gesto solidario de la voluntaria, y recuerda que Ulises es un perro con unas "condiciones especiales", lleno de heridas que hay que curar, con un peso considerable (unos 13 kilos) a pesar de su estado, y tan delgado que "se le tocan los huesos". Además, en los análisis que ya se le han realizado ha dado positivo por erliquia, una enfermedad que transmite la picadura de la garrapata y que se curará con la medicación; así como una grave dermatitis. También está pendiente de los resultados a las pruebas de la leishmania, que supondría un tratamiento de por vida.

Todos estos males se compensan, según Cobaleda, con el cariño que demuestra permanentemente Ulises a las personas que tiene a su lado. "Es un encanto de perro, las auxiliares del hospital veterinario estaban todas locas con él", sonríe al fin.