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Malagueños en Cataluña: ¿cómo viven el ‘procés’?

Malagueños en Cataluña: ¿cómo viven el ‘procés’?

Es y ha sido uno de los principales destinos de emigración, así que no es de extrañar que 53.449 ciudadanos nacidos en la provincia vivan allí. Cuatro de ellos hablan sobre el independentismo y el 1-O. Inquietud es el sentimiento preponderante entre ellos

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Sábado, 30 de septiembre 2017, 00:35

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Sus teléfonos echan humo últimamente: familiares y amigos les preguntan preocupados si la situación es tan grave como ven en los telediarios. Los malagueños afincados en Cataluña –53.448, según los últimos datos del Padrón Municipal– no están asustados, ya que para ellos la escalada independentista ha sido un proceso mucho más gradual de lo que percibimos desde aquí. Todos destacan, además, el carácter pacífico de las manifestaciones que se han producido hasta ahora. Pero la mayoría de los que hablan para este reportaje sí sienten inquietud; no tanto por si el secesionismo se sale con la suya –creen que no lo hará–, sino por el creciente sentimiento antiespañol que perciben a su alrededor. Su preocupación va más allá del 1-O y se centra en si la convivencia se resentirá aún más si los políticos no se sientan a hablar para buscar una salida al conflicto.

Manme Valverde 33 años. Administrativa en un centro de formación. 2 años en Cataluña: «Yo pondría una bandera española, pero es mejor ser prudente»

Manme se debate entre la cabeza y el corazón. La una le dice que en Cataluña ella y su pareja –nacido allí pero de padres malagueños– tienen buenos trabajos y le recuerda que hace dos años tuvo que dejar Málaga por segunda vez ante la falta de perspectivas laborales. Mientras, el otro le asedia con la nostalgia de su ciudad y su familia. «Me siento bien aquí, pero no puedo decir que me codee mucho con catalanes. Mi círculo de amistades es de andaluces», admite, apuntando que no saber catalán es un factor «que te hace sentir incómoda a la hora de integrarte». Vive el ‘procés’ con gran inquietud: «Me paso el día leyendo sobre el tema», confiesa, aunque matiza que en el pueblo costero donde vive, Cubellas (a 50 kilómetros de Barcelona) apenas se ve movimiento independentista. «Sí se ven muchas esteladas. Yo, la verdad, pondría una bandera española en el balcón, pero mejor ser prudente». Peor lo está pasando su novio, Miguel, que se siente «español y catalán» y «parece que es menos catalán por eso». «Además, le da mucha tristeza escuchar a la gente decir que está harta de los catalanes».

Natalia Escaño 34 años. Diseñadora gráfica. 11 años en Cataluña: «Últimamente no me siento querida aquí; da la sensación de que algunos querrían echarnos»

La madre de Natalia es catalana y por eso desde pequeña visitaba frecuentemente Barcelona, así que cuando decidió estudiar Diseño Gráfico tuvo claro que se iría allí a trabajar. Entiende el catalán, pero no lo habla habitualmente. «No lo he necesitado, ya que en los sitios donde he trabajado hay gente de todos lados y se suele hablar inglés o castellano», apunta. Hace diez años el ambiente era «más distendido» pero desde que empezó la escalada independentista crece en ella el desencanto: «Yo me siento andaluza y catalana y creo que he aportado mucho a esta ciudad, pero con todo este sentimiento antiespañol que percibo últimamente no me siento querida aquí. Tengo la sensación de que algunos querrían echarnos y levantar muros».

Natalia se muestra crítica con quienes han adoptado el independentismo «como una moda» y le parece «fatal» que se aleccione a los niños en las escuelas. «Muchos no tienen idea de lo que supondría de verdad la independencia», sentencia. Pero para ella lo peor, reitera, es el odio creciente a lo español. «Ojo, tampoco me identifico con quienes van a jalear a los guardias civiles y a decirles ‘A por ellos’», matiza. Respecto al ‘procés’, está de acuerdo «con que la gente pueda votar» pero no con «imponer por la fuerza la independencia sin contar con nadie». Cree que el referéndum se llevará a cabo, si se lleva, de manera incompleta y que mucha gente «se echará a la calle». «Lo que más me da miedo es que pasará después, cuando hayan metido en la cárcel a los del Govern y aquí esté todo el mundo de uñas. ¿Cómo se va a empezar a dialogar así?».

Salvador Barroso 68 años. Pintor: «Aquí la clave no es la independencia, sino poder votar, y yo mañana iré a votar»

Salvador llegó a la capital catalana con 12 años. Hoy tiene 68 y cuando le preguntan, él siempre asegura que es malagueño. «Yo adopté ésta como mi segunda patria, pero uno no puede olvidar de dónde procede». Desde pequeño tuvo inclinación hacia los pinceles –cuenta orgulloso que antes de mudarse a Cataluña, participó en una exposición infantil en la Escuela de Bellas Artes de San Telmo– y cuando llegó a Barcelona todo un mundo se desplegó ante sus ojos: el Museo de Arte Moderno, el de Picasso, París a una distancia relativamente cercana... Imbuido de esa intensa vida cultural, decidió muy joven dedicarse profesionalmente al arte, y hoy lo sigue haciendo.

Barroso se declara enamorado de la cultura catalana y de su lengua. Comprende el sentimiento nacionalista. «La identidad catalana que es más fuerte que la de cualquier lugar de la Península, incluso que del País Vasco», afirma. No obstante, considera que en el origen de la escalada independentista «también está el dinero, que es lo que mueve el mundo». «Aquí de lo que se trata es de reconocer es que Cataluña es una nación y que tiene derecho a administrar sus propios dineros», resume. Frente a ello, opina que el gobierno del PP «ha faltado al respeto» a los catalanes y también a su deber de buscar una solución política. «No está en juego la unidad de España; está en juego el respeto a una nación que está pidiendo el derecho a decidir de forma pacífica», apunta. Es fácil deducir, pues, que está a favor del referéndum. «Hay mucha gente que no busca la independencia, pero quiere votar. Y yo iré a votar, claro que sí», argumenta.

Eduardo Carmona 35 años. Ingeniero informático. 2 años en Cataluña: «Los que no están de acuerdo con el ‘procés’ tendrían que manifestarse»

Una buena oferta laboral fue lo que empujó a Eduardo Carmona, ingeniero informático, a hacer las maletas y mudarse de Málaga a Barcelona. Lo que no esperaba era encontrar también el amor. «Me vine un poco a la aventura y aquí me he quedado», bromea. Desde que se desató el huracán del ‘procés’ su familia le llama «muy asustada» por lo que ve en las noticias, pero él asegura que no es «para tanto; son manifestaciones pacíficas». Eso sí, reconoce que la frase que más escucha conforme se acerca el 1-O es: «Se va a liar». «Hay gente interesada en que haya palos», apunta. ¿Pero habrá votación? «Creo que no, pero da igual; los independentistas habrán ganado. Si se vota ganan y si no se vota, también, porque se harán las víctimas», opina.

Eduardo cree que esa «mayoría silenciosa» que no está de acuerdo con lo que está pasando también debería salir a manifestarse, ya que así «sólo se escucha a los independentistas». Y denuncia el creciente sentimiento antiespañol que percibe cada día: «Aunque sea con comentarios de broma, se les nota el desprecio hacia España. Lo llevan mamando desde pequeños», apunta.

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