Ginés Morata, biólogo y Premio Príncipe de Asturias en Investigación Científica y Técnica en 2007
«No es impensable volver a poner activos los genes para reconstruir un brazo perdido»Especialista en genética del desarrollo, es una de las mentes más brillantes del ecosistema científico español. Muchos de sus estudios abordan la longevidad humana
Ginés Morata (Rioja, Almería, 1954) es un biólogo andaluz que ha dedicado toda su vida a la genética del desarrollo, es decir, a la observación ... y estudio de la mosca de la fruta, con el fin de conocer en profundidad la biología de la longevidad humana y la regeneración celular de los órganos, lo que podría ayudar a aumentar el envejecimiento de la especie. Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2007 y miembro de las dos sociedades científicas más importantes del mundo: la Royal Society y la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, ha acudido a Málaga para participar en el Congreso Anual de Biotecnología (BAC), que se celebra en la Escuela de Ingenieros Industriales de la Universidad de Málaga hasta hoy viernes.
–¿Cómo lo que se aprende de la mosca de la fruta puede ser útil para estudiar el cáncer en humanos?
–Los humanos y las moscas tenemos aproximadamente un 65% de identidad genética, quiere decir que hay muchos aspectos de la biología humana y de la enfermedad humana que se pueden estudiar hasta cierto punto al menos en moscas, entendiendo que son genes muy parecidos. En el caso del cáncer, de hecho nosotros mismos estamos estudiando genes en la mosca que sabemos que existen en humanos y que también, cuando esos genes son defectuosos, acaban produciendo cánceres en humanos. De ahí que la información que podemos obtener nosotros de los sistemas genéticos que dan lugar a un cáncer en mosca pueden ser útiles al menos para entender qué ocurre con los cánceres humanos, en ese sentido es de una utilidad grande, claro.
–¿Podrá en un futuro la ciencia convencer a las células de que regeneren un órgano humano que se haya perdido, un brazo, una pierna?
–Yo creo que sí, no sé cuándo, pero creo que sí, porque de hecho si se fija, imagine un brazo humano, nuestras células saben hacer un brazo porque ya lo hicieron, ¿de acuerdo? Por lo tanto, esa información existe en nuestro genoma. Entonces cuando perdemos un brazo, en principio, sería posible reconstruir ese brazo puesto que nuestro cuerpo ya sabe hacer un brazo. Habría que convencerlo para que de nuevo se inicie el procedimiento. Esto ocurre en organismos como algunos anfibios y a veces algunos insectos, de forma que pueden reconstruir esos órganos perdidos. Por lo tanto, no es impensable que una vez que sabemos qué genes son los que operan para construir un brazo, volverlos a poner activos para reconstruir ese brazo perdido, es perfectamente posible. Técnicamente ahora mismo no sería posible, quizás en un futuro no muy lejano sí que se podrá hacer.
–Usted ha dicho alguna vez que el ser humano podría vivir hasta 500 años, ¿cómo?
–Sí, en principio yo creo que podemos aumentar nuestra longevidad porque hay determinados genes que se sabe que cuando están más activos de lo que es normal en nuestra especie pueden dar lugar un aumento de longevidad. Estos genes se han estudiado en gusanos nematodos, también en moscas y en otros organismos y se sabe que en determinadas circunstancias pueden dar lugar a un aumento de la longitud de la vida. Es posible que en un futuro no muy lejano pueda aumentar la longevidad de la especie humana. No sé si hasta 500 años o hasta dónde, pero creo sería posible.
–El envejecimiento es una anomalía evolutiva, ha dicho usted alguna vez...
–No, yo creo que el envejecimiento es inevitable en especies como la nuestra. Ahora hay especies que no envejecen, las bacterias, estos organismos unicelulares simplemente se dividen y no envejecen. Los pólipos marinos tampoco parece que envejezcan. O sea, otros organismos más complejos como nosotros sí que parece que van asociados con un proceso de envejecimiento. Pero este proceso es el que seguramente se podría retardar. No digo eliminar completamente, pero seguramente se podría retardar. El problema es que a medida que pasa el tiempo el número de mutaciones somáticas que aparecen en el cuerpo van aumentando y éstas se van acumulando. Por lo tanto, al fin y al cabo, hay un momento en que el lastre genético que tiene es demasiado grande y acaba por no ser viable el organismo.
–¿Qué consecuencias tendría para la sociedad una vida mucho más larga?
–Tendría que reorganizarse la sociedad completamente. Porque, imagínese, si tuviéramos 200 o 300 años todo el sistema de la Seguridad Social, todo el sistema tendría que modificarse completamente aparte de que el número de personas que vivirían sería mucho mayor. Entonces generaría una completa reorganización social que no sé, me imagino que sería posible, pero muy radical.
–¿Estamos preparados ética y socialmente para eso?
–Éticamente estamos preparados porque a nadie le gusta morirse. O sea, a mí me gustaría vivir muchos años más siempre de una forma que sea aceptable. Y prácticamente todo el mundo estaría de acuerdo con eso. Y no veo ningún problema ético ahí. Socialmente, como decía antes, sí que hay un grave problema porque cómo se puede generar una sociedad donde la vida media pasa de 80 a 250 años. Entonces sería un gravísimo problema que seguramente se podría resolver. Pero, de todas formas, sería un gran problema.
–¿Le preocupa que solo unos pocos puedan acceder a los avances para lograr ese envejecimiento?
–Sí, eso es verdad. Eso es un problema. Pero no solo a los avances, sino al envejecimiento. Es que los antibióticos, que es un lugar común aquí, resulta que si uno va a Nepal, y yo he ido muchas veces al Himalaya, no existen en la mayor parte. O sea, una cosa tan usual hoy en día como el uso de antibióticos para combatir enfermedades aún no ha llegado a muchos países. O sea, que no solamente se trata de acceder a los avances para el envejecimiento, que es una cosa más sofisticada. Es que una cosa tan básica como tener acceso a ese tipo de medicamentos hay muchos países que no lo tienen. O sea, que es un problema general. Es un problema de cómo está organizado el mundo y la distinción que hay entre unos países y otros.
–¿Sigue habiendo fugas de cerebro en España?
–Sí, claro, sigue habiendo. Es muy difícil competir con sitios donde te ofrecen un salario y unas condiciones de trabajo mucho mejores. Y eso se lo ofrecen a los más brillantes. Resulta que aquí formamos a gente muy brillante, que lo hace muy bien aquí, pero marchan al extranjero y son tan listos y tan capaces que allí los contratan en condiciones con las que aquí no podemos competir. Algunos vuelven por razones patrióticas o familiares, pero hay otros que realmente no y se quedan en otro sitio. Estamos dando un subsidio a la ciencia inglesa o americana a base de formar gente con nuestro dinero.
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