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Héroes con corazón: hombres de trono y policías

Héroes con corazón: hombres de trono y policías

Dos policías de Torremolinos y dos hombres de trono de Marbella salvan la vida a sendas víctimas de infarto

Martes, 3 de abril 2018, 00:31

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Pedro, José Antonio, Miguel y Benjamín tienen en común más de lo que parece a simple vista. Son héroes anónimos (hoy quizá un poco menos gracias a estas líneas). Su determinación ante la emergencia ha salvado la vida de dos personas que habían entrado en parada cardiorrespiratoria en Marbella y Torremolinos.

Pedro y José Antonio, hombres de trono en Marbella, socorrieron al espectador de una procesión el pasado Miércoles Santo. Abandonaron el varal y pusieron en práctica sus conocimientos profesionales, pues ambos son técnicos sanitarios de Cruz Roja. En Torremolinos, la historia se repitió el Viernes Santo. La rápida intervención de dos agentes de la Policía Nacional hizo posible que un hombre de 54 años que había salido a correr por el paseo marítimo y se desplomó volviera a nacer. En este caso los policías practicaron las maniobras de reanimación siguiendo las directrices telefónicas del servicio de emergencias. Y es que como dice uno de los artífices del episodio de Marbella: todos somos valiosos ante una emergencia sanitaria.

Marbella

«Todos somos valiosos ante una emergencia sanitaria»

José Antonio y Pedro, en Marbella.
José Antonio y Pedro, en Marbella. Josele-Lanza -

Miércoles Santo en Marbella. La procesión del Nazareno avanza por las abarrotadas calles del casco antiguo. Todos quieren ver el paso cadencioso del Señor de Marbella y María Santísima del Mayor Dolor. Las manillas del reloj rozan la medianoche cuando alguien del público cae a plomo sobre el asfalto en calle Peral justo cuando pasa la sección de la Dolorosa. «Un médico, socorro, un médico», comienza a gritar la gente de su alrededor. El cortejo se detiene. Pedro Gómez, hombre de trono de la Virgen, sanitario de Cruz Roja Marbella, abandona su varal y se dispone a entrar en acción. Calcula que aquel desconocido, grueso, que está tendido en el suelo sin pulso ni respiración roza, aparentemente, los 70 años. No duda y toma el relevo de una mujer del público, auxiliar de clínica, que asimismo había acudido a socorrer al malogrado espectador. Pedro descubre el pecho de su paciente para realizar el masaje cardiaco. Mientras, su compañero de varal, José Antonio Sepúlveda, también técnico sanitario, ya se ha hecho con el desfibrilador que lleva la mesa del trono. Aplican el primer electrodo en el pecho, el segundo en el costado, pero ya no es necesario dar ninguna descarga. El hombre empieza a respirar. El trabajo de ambos técnicos sanitarios concluye con éxito y su inesperado paciente, ya consciente, es trasladado en ambulancia al Hospital Costa del Sol.

«La suerte es que pudimos asistir a este señor de momento y reaccionó»

Pedro Gómez, Técnico sanitario

Durante la asistencia reciben el apoyo de agentes de la Policía Nacional y Policía Local que se personaron de inmediato en el lugar de los hechos, a la altura de un gastrobar llamado, paradojas del destino, La Santa. «Un poquito de ayuda de la Virgen siempre se pide en estos casos», revela Pedro, que al día siguiente, Jueves Santo, lo primero que hace es interesarse por la salud de aquella persona que había quedado en observación desde su ingreso la noche anterior. «La suerte es que pudimos asistir a este señor de momento y reaccionó. Lo dejamos respirando antes de que llegaran los servicios sanitarios y regresamos a nuestro varal un poco más aliviados, sólo un poco porque no sabes cómo puede evolucionar el paciente. Aunque salga y respire puede volver a entrar en parada; afortunadamente no fue el caso», cuenta este profesional. «Todos somos valiosos ante una emergencia, incluso aunque no tengamos nociones sanitarias», subraya Pedro, quien recuerda que en esos casos lo importante es no perder la calma, llamar al 112, identificarse, dar la dirección y resumir lo que ha pasado. La vida de una persona puede depender de ello.

Torremolinos

«¿Una medalla? Nos vale con saber que verá a su familia»

Miguel y Benjamín, en Torremolinos.
Miguel y Benjamín, en Torremolinos. SUR

Durante la mañana del Viernes Santo, una mujer interrumpió el patrullaje de Miguel Gómez y Benjamín Iglesias, agentes del Cuerpo Nacional de Policía en Torremolinos. Había sido testigo del desplome de un hombre de 54 años que estaba corriendo por el paseo marítimo. Cuando llegaron, Miguel y Benjamín lo encontraron «sin pulso, con la cara morada y una brecha en la ceja». Mientras esperaban a la ambulancia, ambos agentes comenzaron a practicarle maniobras de reanimación siguiendo las directrices telefónicas del servicio de emergencias. Colocaron la parte baja de la palma de sus manos entrelazadas sobre el centro del pecho de la víctima, con tandas consecutivas de 30 presiones, sin parar durante cerca de diez minutos, hasta que llegaron los equipos sanitarios.

«Poco después de empezar la reanimación notamos que el hombre comenzaba a soltar aire, como pequeños suspiros», explica Miguel. No pararon de ejecutar el masaje cardiaco «ni un segundo». Sabían que de su intervención podía depender una vida, como finalmente ocurrió. Los médicos del 061 continuaron las labores de socorro cuando llegaron, ya con un desfibrilador, y reconocieron que la rápida actuación de los agentes había resultado «fundamental» para que el hombre recuperara el pulso y pudiera ser trasladado al Hospital Clínico. «Le cortamos la camiseta deportiva, que le oprimía el pecho, y la verdad es que no dudamos en iniciar el masaje cardiaco porque veíamos que su fallecimiento era cuestión de segundos», cuenta Benjamín.

«Poco después de iniciar la reanimación notamos que el hombre empezaba a soltar aire y tener pulso»

Miguel y Benjamín, Policías nacionales

Varias horas después de la heroicidad, ambos policías se pusieron en contacto con el hospital para conocer el estado del hombre, que estaba inconsciente pero estable. Ahora sus compañeros del Cuerpo comentan que la intervención merecería una medalla, aunque la satisfacción de Miguel y Benjamín es otra: «No queremos medallas. Nos vale con saber que este hombre se recuperará y volverá a ver a su familia».

Miguel tiene 33 años y trabaja desde 2005 en la Policía. Antes de ser destinado a Torremolinos pasó por Melilla y Málaga capital. Su compañero Benjamín tiene 35 años y entró en el Cuerpo en 2007. Trabajó dos años y medio en Algeciras, pero ha desarrollado el resto de su carrera en la comisaría de Torremolinos, que también abarca el término municipal de Benalmádena: «Somos una plantilla joven y nos apoyamos bastante en las intervenciones. Aquí nadie se escaquea». Esa misma actitud salvó una vida el viernes.

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