Hablan los autónomos malagueños: ¿cuáles son los pros y los contras de trabajar por cuenta propia?
La flexibilidad es la ventaja más repetida, mientras que los excesivos costes, la imposibilidad de desconectar y el peso de la responsabilidad encabezan la lista de problemas
María Romero: «Tenga mucho o poco trabajo, siempre estoy de los nervios»
María Romero tiene 45 años y lleva cotizando al RETA desde hace nueve, cuando se jubiló su padre y tomó las riendas del negocio familiar: una empresa de fotografía a la que ella ha dado un nuevo impulso al especializarse en reportajes de estudio de bebés y niños. Hasta su estudio en Alhaurín el Grande –María Romero Fotografía– se desplazan familias de toda la provincia, atraídas por los innovadores formatos que ofrece. «Lo que más me gusta de ser autónoma es que me gestiono yo el tiempo, Y lo que menos es que cuando me llega mucho trabajo no sé cuándo parar porque siempre pienso: ¿y si el mes que viene no me llega ningún encargo? Así que mi vida se resume en estar de los nervios: o porque tengo mucho trabajo o porque tengo poco». Sobre la carga fiscal, opina: «Somos uno de los países que más asfixia a los autónomos. Yo pago 301 euros de cuota, a lo que hay que hay que sumar el IRPF y el IVA. Mi marido dice que la cuenta de los autónomos no es de fiar: tú ves dinero a principios de mes, pero cuando llega Hacienda y se lleva lo suyo te quedas temblando».
Clemente Solo de Zaldívar: «Día que me quede en casa, día que no cobro»
Fundó Proindetec hace 19 años. Tenía sólo 26 cuando Clemente Solo de Zaldívar se lanzó a la aventura de crear esta empresa de electricidad, telecomunicaciones y domótica en Málaga. «Estaba harto de trabajar para otros: siempre me regañaban porque hacía las cosas demasiado bien», confiesa. Son un ejemplo de resiliencia empresarial: han sobrevivido a la crisis del ladrillo, al covid y a la imparable subida de costes e impuestos. Eso sí, por el camino tomaron una difícil decisión: «Llegamos a tener siete empleados y ahora no tenemos ninguno: aceptamos sólo el trabajo que podemos asumir mi socio y yo. Entre sueldos, seguros sociales y bajas no nos compensaba tener trabajadores porque teníamos que subir los precios a los clientes y en nuestro sector hay mucha competencia desleal e intrusismo: hay gente que estando de baja o cobrando el paro está haciendo trabajos en negro», explica. Clemente se queja de los impuestos –«Con una media de facturación de 2.000 euros al mes, al trimestre tienes que pagar de impuestos cerca de 3.000 euros, casi la mitad»– pero todavía más de la desprotección social que ha sufrido en primera persona: «He estado cinco meses sin poder trabajar porque me caí de una escalera y me partí la tibia, el peroné y el ligamento cruzado. La mutua me ha pagado 28,39 euros diarios, que no me dan ni para pagar la cuota. Y eso porque fue accidente laboral. Si es enfermedad común, día que me quedo en casa, día que no cobro».
Laura Hurtado: «Tengo colegas que parieron un viernes y el lunes estaban trabajando»
Laura Hurtado empezó a ejercer como abogada por su cuenta en Antequera con sólo 24 años. Ahora tiene 31 y se está especializada en derecho de familia, comunidades de vecinos y otros asuntos del ámbito civil. Ella, como muchos abogados, es autónoma mutualista: en vez de pagar sus cuotas al RETA, las paga a la Mutualidad e la Abogacía. «La cantidad es similar: pago 270 euros pero después hacen una regularización según ingresos reales y siempre me toca pagar algo más», afirma. Próximamente se cambiará al RETA, ya que no le ve ventajas a seguir en este sistema. Respecto a los pros y los contras de ser autónoma, opina: «Lo mejor es la libertad de horario, te gestionas tu tiempo como mejor puedes y quieres. Lo peor es la preocupación constante por pagar unos gastos fijos y y que todo dependa de ti. Tengo una compañera que parió un viernes y se puso a trabajar un lunes».
Estefanía Lara: «Hacerme autónoma fue la única manera de conciliar»
Estefanía Lara es freelance en Diseño y Comunicación , además de fundadora de Loveratory, una marca especializada en diseño y producción cuidada de papelería para bodas y eventos. En su caso, la decisión de trabajar por su cuenta vino en 2013, a raíz de ser madre. «Me encontré sola y sin red cercana de apoyo y para poder conciliar el trabajo con el cuidado de mi hijo, ser autónoma fue casi la única salida». Ahora bien, su experiencia dista de ser idílica. «Es cierto que me da flexibilidad, pero sin lugar a dudas trabajo más horas y con más inestabilidad y riesgo que si fuera asalariada. No hay sueldo fijo ni vacaciones pagadas y los costes fijos e impuestos asfixian». Estefanía cree que el sistema «olvida que no somos grandes empresas, solo personas que hemos elegido ir por nuestra cuenta para adaptarnos a las circunstancias». «Somos trabajadores sin los mismos derechos que los asalariados y asfixiados por los impuestos», concluye.
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