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Manifestación de un 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en el que el movimiento feminista hizo balance: se cumplen veinte años de la aprobación de la Ley Integral de Lucha contra la Violencia de Género. Fue un hito en España y ejemplo para Europa; fue un éxito que hay que atribuir a la movilización social de las feministas, afirma Andrea Barbotta, destacada integrante del movimiento malagueño por la igualdad y vicepresidenta del Consejo Andaluz de Participación de las Mujeres, mensaje con el que desliza que salir a la calle sirve: «Tendemos a hacer un balance negativo de lo que ha ocurrido en estos últimos veinte años, pero antes del punto de inflexión que marcó el asesinato de Ana Orantes –fue el testimonio de esa víctima el que motivó una toma de conciencia global– no había nada, no existía ningún marco legal que protegiera a las mujeres».
Así lo expresó una manifestante, Rosa, de 69 años: «Ahora a una víctima la puedes remitir a instituciones o a gente que puede ayudarla; antes no». Otra participante, Silvia, de 32 años, portaba una pancarta descorazonadora:de un día para otro tuvo que actualizar de 40 a 41 la cifra de asesinadas este año: «No hay ni un día que estemos a salvo». Pero incide en que sí, en que salir a la calle sirve, aunque parezca que no porque los asesinatos sigan: «No es que haya más casos ahora, es que se identifican más. Y aprendemos a reconocer la violencia que sufrimos». Y la vergüenza va cambiando de bando: las mujeres ya se callan menos los episodios de violencia que han sufrido. Hablar con las manifestantes anoche implicaba que afloraran testimonios de maltrato vivido en primera persona: es el caso de Mari Ángeles, de 53 años, que confesó a SURque aprovecha toda ocasión contar su historia; sabe que con ello ayuda a sus compañeras a identificar violencias.
Las cinco mujeres asesinadas en Málaga en lo que va de año, la decena de crímenes que se acumulan en Andalucía y los más de 40 asesinatos que se cuentan en España en 2024 son motivos para la denuncia y que llevaron anoche a la sociedad malagueña a echarse a la calle en una jornada reivindicativa mundial que cumple 25 años desde que así lo señalaron en el calendario las Naciones Unidas. Y lo hacen, como celebra Barbotta, en una única marcha en Málaga que partió a las siete y media de la tarde de la Plaza de la Merced, al contrario de lo que sucede en otras capitales –sin ir más lejos, en Madrid–, donde cuestiones como la ley trans o la posición sobre regular o abolir la prostitución parten en dos al movimiento.
Alba García, de Libres y Combativas, colectivo crítico con la Plataforma Violencia Cero, señala que a la unidad ha contribuido el movimiento por el derecho a la vivienda o las manifestaciones por Palestina. Aunque matiza que a lo largo de la marcha se escuchan consignas diversas y hay también pancartas diferentes, que hacen visibles las distintas sensibilidades del movimiento: «Ito, ito, ito, mi hija tiene pito», se coreaba al final de la marcha, como defensa de la autodeterminación de género que recoge la ley trans, y que censura parte del feminismo.
«Al movimiento feminista malagueño lo veo, a pesar de la ofensiva y la reacción patriarcal, fuerte y unido. Trabajamos mucho en red para lograrlo», agrega Carmen Martín, presidenta de la Plataforma Violencia Cero. «La lucha en la calle es única manera de seguir avanzando. Si paramos, retrocedemos», asevera Alba García. «La violencia de género es algo real, palpable; lo vemos en España, con la cifra de asesinadas, dos cada dos semanas; en América Latina, con dos cada día; y en Francia, con el caso de Dominique Pélicot –la mujer que sufrió violaciones múltiples promovidas por el marido, que la drogaba–», explica.
Todas están unidas en la denuncia de la violencia extrema que sufren las mujeres, el asesinato, y asimismo atienden a las otras expresiones más sutiles del maltrato, como el psicológico, el económico, el sexual, el institucional… o el digital. Estos días en que todas las instituciones, partidos políticos y sindicatos han convocado actos alrededor del 25N, la creciente violencia que sufren niñas, jóvenes y adolescentes ha estado muy presente: la delegada de Igualdad de la Junta, Ruth Sarabia, se preguntaba por qué es en el seno de la generación más informada de la historia en la que más calan los mensajes negacionistas; y desde el PSOE se denunciaba que entre las adolescentes se ha romantizado el control y que el 85% de las víctimas de ciberviolencia sexual son niñas menores de trece años. «Uno de los grandes problemas es que se ha producido un blanqueamiento de ideologías de siempre pero que estaban ocultas o daba vergüenza expresar», afirma Barbotta; y sus posiciones han ido calando en la juventud.
Son todas ellas razones viejas y novísimas que siguen sacando a la calle a las mujeres. «Hay aspectos de la ley integral que todavía no se cumplen, como se ha encargado de poner de relieve el Consejo de Europa, que ha exigido hace pocos días que los jueces de familia reciban formación obligatoria en violencia machista en España», apunta Barbotta, que señala que es un aspecto esencial para no revictimizar a las mujeres y se echen atrás cuando denuncian. La que se tilda de «violencia institucional» ha provocado que se hayan visto fenómenos como el acontecido alrededor del caso de Íñigo Errejón: denuncias anónimas en un espacio que se piensa seguro en las redes porque lo gestiona una mujer sensible y concienciada. «Siempre ha habido espacios de confianza entre las mujeres, la novedad ahora es que se dan en internet», explica Barbotta.
Así que Carmen Martín, presidenta de la Plataforma contras las violencias machistas Violencia Cero, sintetiza: la reivindicación veinte años después de la aprobación de la ley integral es, en primera instancia, que se cumpla en su integridad –por ejemplo, en lo relativo a los planes de empleo y la contratación bonificada para que las mujeres víctimas puedan recuperar una vida independiente–, y a partir de ahí, actualizarla para incorporar las nuevas formas de violencia que han aflorado, como la que se ejerce a través de las redes sociales. Pero desde Libres y Combativas, compartiendo objetivos, son escépticas respecto a que una ley actualizada tenga más éxito que ésta: se pactará con partidos que considera que no son feministas.
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